Ay humanidad ignorante de su propia destrucción
Según Arendt, nunca antes del nacionalsocialismo había existido régimen alguno que intentase matar la idea de la humanidad misma. En estos tiempos el marxismo cultural se basa en esa idea: liquidar el concepto de lo humano como expresión de una forma de vida cualitativamente superior: la dignidad de la persona humana, fin en sí misma. La desvalorización de lo humano, la destrucción de la naturaleza humana se halla en la ideología de género y el animalismo. Al postular que la identidad sexual del individuo no es dada por la naturaleza, es decir, que no es un hecho biológico, sino un acto de voluntad (voluntad manipulada desde el poder) se pretende liquidar la diferencia sustancial entre hombre y mujer (intento radical de transformar la naturaleza humana). Según la ideología trans, una ramificación de la ideología de género, hay múltiples variedades de “género”, y todas conforman nuevos “derechos”, por ejemplo, puedes ser neutro, ni hombre, ni mujer, total, de acuerdo con el Manifiesto de la Contrasexualidad los humanos somos puros cuerpos hablantes, carecemos de espíritu, de alma. El animalismo, convertido en ley, postula los derechos de los animales y su igualdad con los humanos, y de allí el concepto de “animales no humanos” y “animales humanos”. Pronto se convertirá en ley la “transespecie”, el derecho a transformarse en el animal de preferencia, como el sujeto que se siente “lobo” y se hizo un disfraz de ese animal que le costó una buena cantidad de dinero, pues quería “andar en cuatro patas”, o ese otro que se hizo incorporar en su cabeza dos prótesis que imitan aletas de pez, ya que se sentía un pez atrapado en un cuerpo de hombre. ¿Hasta dónde puede llegar la irracionalidad? Pocos, muy pocos se percatan de esa manipulación en marcha. ¡Ay humanidad ignorante de su propia destrucción!
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