Póthos

 

 

 

 

Póthos. En griego es el deseo de lo ausente o lo inalcanzable, un deseo que hace sufrir porque es imposible de calmar. Nombra el desasosiego de los enamorados no correspondidos y también la angustia del duelo, cuando añoramos de manera insoportable a una persona muerta. Ese fue mi caso. Durante unos 7 meses viví sumergido en la desesperación, mi vida estaba perdiendo sentido, seguía a flote por la presencia de mis hijos, mi trabajo en la UNIMET, el apoyo que me brindaba Olga C (mi amigo con tetas), mi paño de lágrimas, y mi relación con Luisa C (3 años). Como lo expreso en esos versos, leía y releía las cartas que le había escrito en los meses de nuestro noviazgo (septiembre-diciembre de 1969), y los poemas de ese tiempo y años posteriores. Miraba sus fotografías, una y otra vez, me sentía perdido. Hurgaba papeles viejos en las gavetas del dormitorio, ¿qué buscaba?, recuerdos de ella, algún escrito. Abría el closet y miraba sus vestidos, los olía. Tal y como me lo había dicho mi amigo Sergio Pascual unos días antes de la muerte de mi amada-lo más doloroso no es la muerte en sí, sino la ausencia-. Sí, la ausencia es la terrible consecuencia de la muerte de tus seres amados, no verla más, escuchar su voz, su risa, su llanto, sus legítimos reclamos por mis noches y madrugadas bebiendo con amigos, sus sospechas acerca de mis aventuras eróticas. Ya no volvería a sentir su cuerpo entre mis brazos, dormir juntos, amanecer juntos, comer juntos, disfrutar de su magnífica comida, toda una chef, nos había acostumbrado a disfrutar platos, además de vernáculos, franceses, griegos, italianos. Sabía que, al abrir la puerta del apartamento, ella no estaría allí. La infinita tristeza de acostarme en nuestra cama y aquel espacio que ella llenaba cada noche VACÍO, VACÍO, no podía dormir, salvo que bebiera hasta caer semi desmayado, y ese dormir no es tal, amanecía cansado. Y otra vez la poesía sintetiza los sentimientos del comienzo de una ausencia definitiva.

 

Vacío

 

Los domingos sin ella

Horas de tortura y desconsuelo

Saberme condenado a no verla

Hablarle

Sentir el calor de su amor

Percibir ternura en sus ojos de alondra…

 

 Fuego sagrado

Queda la memoria de la piel

La nostalgia de los labios

El recuerdo del orgasmo en el

Silencio del lecho

Su voz que escuchas

En tus sueños

Pronuncias en secreto

Su nombre

y lloras el amor

Que no olvidarás

Mientras vivas…

Y sabes que fuiste

Elegido de los dioses

Amar es privilegio de pocos

-destino o azar-

Poco importa

No es poca cosa

Detener el tiempo

Romper las fronteras

Del tu y del yo

Para ser y vivir

El nosotros

El amor es fuego sagrado

Que arde en el alma

De los amantes…

 

Y....?

 

Tratan de consolarte

Y te dicen debes ser fuerte

La vida continúa

Pero tú abres la puerta de la casa

Y no escuchas su voz llamándote desde el cuarto o la

Cocina

Y cuando te acuestas en la cama

Y miras a tu lado no encuentras su hermoso cuerpo

Y el beso se muere en tus labios las buenas noches en la oscuridad

De tu garganta

Abrazas la almohada con desespero como si

Un milagro la transmutase en tu amada

y sabes que nadie podrá

Despertarte de una pesadilla que en la madrugada de nada valdrá

Darte vuelta buscando el calor de su cuerpo

Y al despertar

No escucharás sus pasos en el baño

Y no vendrá con el café del amor

Y los buenos días entonces comprendes la gloria cotidiana de los pequeños detalles que se esfumó con su muerte

Y te miras al espejo y la soledad te cae

Como un yunque sobre tus espaldas

Y no te queda otro camino que llorar lo irrecuperable

Cuando ignorante desconocías que vivías en el paraíso.

 

         A las semanas de su partida hacia la luz (es mi convicción), acostado en posición fetal en mi lado de la cama me desperté sintiendo una extraña, más placentera sensación, como si estuviera dentro de una burbuja de amor, sentí paz, consuelo, no sé cuánto tiempo duró esa sensación, es posible que haya estado en esa burbuja antes de que me despertara, pero al tomar consciencia de ella, en unos instantes se esfumó. En ese momento pensé que era Marlen consolándome desde el otro mundo, luego con el tiempo comprendería que había sido el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, el gran Consolador, la infinita y misteriosa misericordia de El Señor, Jesucristo. Muchos años atrás había despertado de un sueño en el que el rostro de Jesucristo, en el lado de mi corazón me dijo-Henrique, Henrique, bebes mucho, pero tu corazón te salva-. No le di importancia a ese sueño, pensé en ese tiempo que era producto de mi inconsciente, pero desde hace unos años me he convencido de que fue El Señor quien me habló.  Y en efecto bebía en demasía y lo seguí haciendo, hoy lo hago con moderación.

 

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