Escritores de las locuras cotidianas
Las novelas de Henry Miller, Jack Kerouac y Charles Bukowski son del carajo, relatan la locura de hombres y mujeres comunes y corrientes al borde de la desesperación, y su propia locura, escritores que ante todo fueron hombres sin pretensiones literarias, viviendo sus vidas al margen del “sueño americano”, sin importarles la gran impostura del éxito, de convertirse en ganadores, sabiendo que la muerte les esperaba en cualquier cruce del camino. En sus páginas desfilan sujetos desclasados, marginados, jodidos por el alcohol, las drogas, las enfermedades, las deudas, la falta de blanca, el despiadado sistema que te muele sin compasión. Esos relatos de la derrota se expresan con una cierta ingenuidad, allí no hay cinismo como en los escritores europeos, ni lamentaciones, quejas, y sí humor, el humor del hombre que se burla de sí mismo, que se halla fuera de la carrera de la impostura y que escribe como un acto vital sin esperar aceptación, reconocimiento. Tan es así que el reconocimiento les llegó tarde, o como en el caso de Kerouac después de muerto. Al haber estado inmersos en la vida, trabajando en cualquier oficio para obtener algunos pavos: cartero, obrero, vigilante nocturno, chofer de taxi, portero de burdel, pudieron relacionarse con la variopinta fauna del mundo real, del jodido mundo donde la gente pasa hambre, trabajo, es perseguida por la policía, despreciada por el sistema, duerme en las calles. Páginas vitales de prosa sabrosa y anárquica.
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