¡Cuidado con la miel!
¡Cuidado
con la miel!
Henrique Meier
Un ministro del
gobierno de transición de Ramón J Velásquez, luego de que Carlos Andrés Pérez
fuera defenestrado por el Congreso, acusado por un fiscal general por pura venganza,
resultado de su resentimiento hacia el
fallecido ex presidente (dicho ex fiscal también fue visitado por la guadaña,
como a todos en algún momento), detenido, juzgado y sentenciado por la Corte Suprema
de Justicia, lo que condujo al entierro de la democracia representativa con la
elección de Chávez Frías en 1999 (Ver mi artículo ¿Cuándo se jodió Venezuela?),
se caracterizó por bebedor y mujeriego. Le metía de frente a la caña y no
perdía oportunidad para singarse a cualquier hembra que estuviese a su alcance,
vicios menores comparados por la corruptela de no pocos “servidores públicos”
en el pasado democrático y de toda la secta destructiva chavista devenida en
narcodictadura, pues no creo que se salve uno de ese régimen criminal. Los
honestos le renunciaron a Chávez los dos primeros años de su desgobierno.
Resulta que el singular
personaje al que identificaremos como el ministro x, tenía varias novias. Se
veía con una de ellas en un apartamento en Caricuao. Esa “novia” le avisaba cuándo
el apartamento, propiedad de su hermana, se hallaba disponible a causa de los
constantes viajes que ésta realizaba. El ministro x no utilizaba el carro
oficial para esos menesteres, no quería ser descubierto en sus aventuras
eróticas, así que echaba mano de algún vehículo sin placa oficial de la entidad
ministerial y con el chofer de su absoluta confianza personal-eso creía él
(hasta las piedras hablan), y se desplazaba de “incógnito” hacia el nido del
amor clandestino. Una mañana recibió la llamada de esa damisela, una tipa con
buenas tetas, aunque pobre de culo, pero hábil singadora, capaz de secar a
cualquier culeador de oficio. -Te espero mi amor, mi ricura, papacito divino,
aquí estoy en el apartamento de mi hermana en babi doll, solo de pensar en ti,
la tengo mojadita, estoy aguada, corre-. Al ministro se le alborotó el fauno
que lo habitaba, llamó a su chofer y salieron hacia Caricuao. Se bajó del coche
mirando de un lado a otro, temiendo ser reconocido. Subió por las escaleras
para evitar que alguien pudiera reconocerlo en el ascensor, no joda 8 pisos,
llegó jadeando, lo que se dice “mamao”, tocó el timbre y la formidable singadora
(folladora en España), le abrió la puerta en una mínima babi doll color negro, transparente,
los provocativos senos erguidos como dos torres de lujuria, la chucha, vagina o
cuca, como prefieran, totalmente depilada.
Nuestro personaje
enloqueció se le fue encima, le arrancó la prenda para chuparle los senos, le
metió los dedos en la dulce hendidura, y ella -calma papi, calma, no me voy a
ir, estoy para ti, vamos a la habitación. Allí la dama de altísima líbido lo
desnudó, el ministro x con la verga como pata de perro envenenado, deseoso de
metérselo-calma mi rey, te voy a echar un poco de dulce de leche para lamerte-la
tipa agarró una latica de ese dulce pegajoso, le embadurnó el miembro y el
dorso, hizo su tarea, lo lamió desde las pelotas (bolas) hasta la parte alta
del dorso, el fauno se hallaba en trance, se le montó a la loca erótica, y le
echó tremendo polvo. Una vez acabada la faena, descubrió con angustia el
extenso pegoste del dulce de leche, los pelos del pubis y del pecho pegados,
corrió a darse una ducha, abrió la llave, nada, y ella desde el lecho del amor-
sorpresa papi no hay agua, la cortaron ayer en la zona por unos trabajos de
Hidrocapital,- el ministro x desesperado quitó la tapa de la poceta, seco el
fondo, corrió al refrigerador en busca del preciado líquido, ni una gota, solo
una lata de cerveza, la abrió y se echó encima su contenido, mucho peor, el pegoste
del dulce de leche ahora mezclado con cerveza. Corrió al cuarto, se vistió, la
novia-hasta ese día- se reía y lo conminaba a quedarse, tal ves pongan el agua
más tarde-ni de vaina. Bajó corriendo las escaleras, se subió al carro y le
dijo al chofer que lo llevara a la sede del ministerio. Su despacho contaba con
un pequeño baño, poceta y ducha. Se desnudó, abrió la ducha, tampoco había agua,
¿qué hacer?, no podía presentarse así en su casa, su esposa, coño. Decidió
correr el riesgo, los dioses de los borrachos y mujeriegos, estaban de su
parte, pues al arribar a su hogar, su esposa no estaba, se metió en el dormitorio
de su hijo mayor, se desnudó, y metió la empegostada camisa en la cesta de ropa
sucia de su primogénito, total compartían la misma talla, su mujer no lavaba la
ropa, sino la chifa o mujer del servicio. Se dijo, no joda más nunca volveré a
ver a esa hija de puta, me lo hizo a propósito para joderme. Colorín y colorado
el cuento se ha terminado. Moraleja: los casados han de tener sumo cuidado con
el uso de la miel en las prácticas eróticas.
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