El mal no es un invento de la Biblia como tampoco el primer asesinato fratricida: Caín dejó su legado






  Para algunos venezolanos y más aún para el mundo en general, les resulta difícil comprender y aceptar la naturaleza perversa, cruel, corrupta, tiránica de la narcodictadura militarista, asociada al terrorismo islámico internacional que impera en nuestra desgraciada patria: Nuestra añorada Venezuela. Pocos, muy pocos, comprendieron que cuando Chávez Frías obtuvo el triunfo electoral en las elecciones de 1998, ya tenía un plan concebido en secreto con la asesoría de su mentor y “padre político” Fidel Castro, para entregar el petróleo venezolano y la soberanía del Estado, en las garras de la sangrienta dictadura cubana vinculada con el tráfico de drogas y el terrorismo de las FARC colombianas. Un plan maquiavélico que se fue ejecutando por etapas, utilizando perversamente las formas de la democracia, en particular sucesivas elecciones, y una supuesta ideología justificadora del nuevo poder: “el socialismo del siglo XXI” cuyo objetivo, se decía, era lograr la justicia social y la reivindicación de la mayoría del pueblo en situación de pobreza. Hay que recordar y recordar y recordar que para 1998 la pobreza en Venezuela afectaba al 40% de la población y hoy luego, de 20 años del socialismo del siglo XXI, el 87% de nuestros conciudadanos padece pobreza.
Amparado en la bonanza petrolera, Chávez Frías y sus secuaces, la “secta destructiva”, poco a poco fue cercenando los derechos, libertades y principios del Estado democrático de Derecho, que con todas las fallas y vicios que nadie podría negar, estuvo vigente durante 40 años en forma ininterrumpida, con base en la alternabilidad democrática del poder cada 5 años. El nuevo régimen rápidamente evidenció su cariz autoritario, militarista y caudillista, para luego dar paso sin medias tintas a una narco dictadura totalitaria, militarista vinculada al terrorismo de las FARC colombianas y las organizaciones terroristas islámicas. El pueblo comenzó a despertar de manera lenta, pero firme, a pesar de los coloboracionistas de la oposición oficialista. El plan para someter a la población se ha basado en unas estrategias absolutamente perversas: 1. El hambre: mediante la destrucción de la producción agropecuaria, ha provocado la escasez artificial de los productos de la dieta alimenticia básica y con ello ha creado una situación de hambruna colectiva nunca conocida en el país, salvo en la guerra de la independencia. Han tratado de debilitar mediante la desnutrición y el hambre la capacidad de lucha del pueblo. En los últimos años los venezolanos hemos perdido una media de 12 kilogramos por persona, la denominada dieta del cruel y cínico Maduro, el usurpador e ignaro, que se ríe y baila en su programa dominical mientras mueren niños y ancianos por falta de alimentos y fármacos y son asesinados quienes resisten en las calles de las ciudades luchando por la libertad. No es exageración decir que estamos en presencia de un paulatino genocidio por hambre; 2. La promoción de la criminalidad común por medio del abandono deliberado de toda política de represión y prevención del delito: más de 300000 homicidios en 20 años, un promedio de 15 mil asesinatos por año (comienza a disminuiro por el éxodo de la población que alcanza a 5 millones aproximadamente, el 15 % de la población total), 99% de impunidad.  Venezuela se ha convertido en uno de los países más inseguros y violentos del planeta y Caracas en la capital del crimen; 3. La violación masiva de los derechos humanos civiles, sociales, políticos y económicos, expresada en la liquidación de la libertad de información, comunicación, expresión y opinión, en el cierre de los medios independientes, en la confiscación de empresas, en la pretensión de liquidar la autonomía de las universidades y la educación privada, en la represión criminal del pueblo que sale a las calles para ejercer su legítimo derecho a manifestar pacíficamente y sin armas.
En fin, y aunque usted no lo crea, el objetivo de Chávez continuado por Maduro y sus cómplices, es utilizar el poder del otrora Estado para enriquecerse y garantizarse impunidad para el tráfico de drogas, el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo internacional, conjuntamente con el objetivo de ir exterminando a la población: genocidio. No es una dictadura cualquiera como las que conocimos los venezolanos en el siglo XX. Venezuela, que fue un país de inmigración, que recibíamos extranjeros de todas las latitudes, es hoy un país de migrantes, cerca de 5 millones de venezolanos nos hemos visto forzados con dolor a dejar nuestra patria por la absoluta inseguridad ciudadana, social, económica, institucional, la ausencia de oportunidades, la persecución y represión de un poder de facto ilegítimo ejercido por una mafia de criminales.  Y ante esa inocultable realidad no faltan voces, en particular de jóvenes intoxicados de socialismo, que reclaman para sus países un régimen como el que impera en Venezuela. Tal es el atractivo del mal.

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