No ha podido superarse la definición de la libertad individual de la doctrina liberal
Sociedad alguna
podría permitirse la libertad absoluta, que cada individuo pudiese hacer lo que
le viniera en gana, sería el reino del libertinaje y la anarquía, la
imposibilidad de la convivencia pacífica. En ese sentido, es inherente a la
libertad personal los límites establecidos en las leyes, usos y costumbres
sociales; límites que no impidan su ejercicio, límites razonables. No ha podido
superarse la definición de la libertad individual de la doctrina liberal: toda
persona puede hacer en la vida lo que quiera y de su vida lo que quiera, a
excepción de las prohibiciones previstas expresamente por la ley: la libertad
la regla, la prohibición la excepción. Una mejor conceptualización la hallamos
en los textos de las constituciones democráticas modernas: todos tienen derecho
al libre desenvolvimiento o desarrollo de su personalidad (sus potencialidades
físicas, psíquicas, intelectuales), sin más limitaciones que las derivadas del
respeto al derecho de los demás (a ese desarrollo de la personalidad) y al
orden público y social (las leyes). No comparto la idea de que al nacer somos
un libro en blanco que los padres, la escuela, la sociedad en general, o el
Estado en los regímenes totalitarios, escriben determinando nuestra
personalidad y conducta (la teoría del “lavado de cerebro”).
Es posible que en muchos individuos la fuerza
de la inculcación ideológica los prive de su autonomía, de la capacidad de
discernimiento; en otros, esa inculcación no produce ese efecto, de lo
contrario no habría disidencia en las sociedades controladas por un poder
totalitario. Piénsese, por ejemplo, en la sociedad polaca controlada por un
Estado totalitario por más de 30 años, y como de su seno surgió un movimiento
de trabajadores que logró derrocar la dictadura comunista (solidaridad y Lech
Walesa). De admitirse, sin más, la tesis
del “lavado de cerebro”, ese tipo de régimen de poder estatal que asume el
control del sistema educativo y de los medios de comunicación social imponiendo
una ideología única para estandarizar a los individuos, permanecería incólume
por los siglos de los siglos, lo que ha sido desmentido por la experiencia
histórica de los países que hasta finales de la década de los 80 formaban parte
de la llamada “cortina de hierro” (Churchill): el bloque soviético. Por esa
razón, los estados totalitarios, a la par del uso de medios para pretender
controlar las mentes de los individuos, emplean la amenaza del terror y la
acción represiva para prevenir las manifestaciones de disidencia y rebeldía, ya
que el ansia de libertad también está inscrita en nuestra especificidad
antropológica.
Comentarios
Publicar un comentario