Y es que nada, pero nada, permanece
Y es que nada,
pero nada, permanece. Esas nubes que en este instante observo (sentado
escribiendo estas líneas que tampoco permanecerán), y que lentamente se posan
sobre la montaña ¿son las mismas de ayer?, ¿y la brisa que a esta hora acaricia
la corteza de los árboles, mudos testigos de la insensatez humana? Todo se
borrará, es cuestión de tiempo. ¿Hacia dónde vamos capitán?, ¿Cuál es el rumbo
de este navío llamado vida? A parte alguna, o sí, o sí, el destino es la
muerte, la tierra del olvido, para eso hemos nacido, no hay sobrevivientes en
la tierra, así pues mi amigo no pierdas tiempo, no lo tienes, concéntrate cada
segundo, minuto, hora y día, y mira, no te canses de mirar, las maravillas que
te rodean, y hazlo ahora, ya, no sabes qué desgracia te espera a la vuelta del
camino, nada es seguro, te lo aseguro, acuérdate de aquella estrofa de la
canción en la voz del gran Negrete (Jorge):“Soy ahijado de
la muerte, que respeta mi valor, la llorona me divierte, con su canto de dolor,
soy alegre por herencia, pues nací en un carnaval y sostengo mi creencia de ser
un hombre cabal, por ese será que vivo cantando, la muerte buscando sin poderla
hallar…”. No crean que ande buscando la muerte, -ni
de vaina-, ella me llegará cuando sea mi hora, quiero seguir viviendo hasta que
no pueda más, con este brazo dispuesto al brindis, con esta voz que aún sigue
firme para cantarle a mi amada, con estos ojos que no se cansan de mirar el
milagro diario del amanecer y del anochecer, con estos oídos para seguir
escuchando buena música, con estas piernas que han caminado cientos de
kilómetros en hermosas ciudades, ¡ah!, la fantasía del caminante sin rumbo
fijo. Al emplear la expresión “la tierra del olvido” para aludir a la muerte, inmediatamente
la asocio con la canción de Carlos Vives con ese mismo nombre: “Como la luna que
alumbra por las noches los caminos, como las hojas al viento, como el sol que
espanta el frío, como la tierra a la lluvia, como el mar espera el río, así
espero tu regreso a la tierra del olvido…”, pero el magnífico cantante, músico y
folklorista colombiano, embajador cultural de su país, no se refiere en ese
poema-canción a la muerte, sino al amor, a la vida.
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