Ese toro indómito de la derrota
Conozco ese toro, me he
topado con él, acostumbro recibir certeros golpes de la vida, he mordido polvo
y ese toro furioso de la derrota ha embestido mis esperanzas con especial
ensañamiento, y siempre recobro el ánimo para seguir adelante en esta lucha
perdida de antemano. No abrigo amarguras en mi corazón, pero una cierta
tristeza me acompaña. Ya no creo en esos impostores del éxito y del fracaso,
simplemente vivo, estoy, soy y voy en la vida, nada más, nada más. Esto digo
para convencerme, es tan difícil deshacerse, prescindir de los proyectos
personales, no obstante las decepciones uno desea dejar una huella, ¿afán de
trascendencia?, ¿vanidad?, sabemos que moriremos y no queremos pasar por la
vida como si no hubiéramos existido, aterra el anonimato, aterra convertirse en
un ser anodino, quizás es lo que explique el crimen, los asesinos, estafadores,
que prefieren el riesgo de la cárcel con tal de vivir su momento de notoriedad,
que su rostro y nombre figuren en la prensa escrita y audiovisual
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