Déjenme hablarles del alma



Déjenme hablarles del alma

Henrique Meier

“En griego la palabra psique significa dos cosas diferentes muy interesantes. Mariposa y alma. Pero si te paras a pensarlo detenidamente, la mariposa y el alma no son tan distintas. La mariposa empieza siendo una oruga, una cosa fea, prosaica, como un gusano, y luego un día la oruga hace un capullo y después de cierto periodo de tiempo el capullo se abre y sale la mariposa, la criatura más bella del mundo. Eso también pasa con el alma…Lucha en las profundidades de la oscuridad y la ignorancia, sufre duras pruebas e infortunios y poco a poco se va purificando por el sufrimiento, fortaleciendo por las calamidades que le ocurrieron, y un día, si el alma en cuestión se lo merece, sale de su capullo y se remonta en el aire como una magnífica mariposa" (Paul Auster. 4, 3, 2,1. Seix Barral, 2017)

Déjenme hablarles del alma, ¿Dónde está el alma? Aquí la tengo, la siento, hay días que invade todo mi cuerpo, ¿será un proceso químico?, ¿una trama de neuronas y nervios?, ¿un frío mecanismo descubierto por impertérritos científicos? El alma es congoja, alegría, tristeza, poesía, no tener una razón para llorar y llorar, no tener una razón para cantar y cantar, el alma es este misterioso sentir que nos diferencia de los perros, de esos majestuosos árboles, de los pájaros, las nubes…el alma, el alma, déjenme hablarles del alma. Hace un tiempo leí en una de esas páginas del Internet, supuestamente científicas, que el adulterio se explicaba por la carencia de una neurona, o un déficit de una sustancia en la química cerebral, por tanto, los adúlteros y adulteras no eran responsables de sus infidelidades. Falso, el adulterio no es otra cosa que la muy humana inclinación por lo prohibido, nada más atrayente que la mujer ajena, y viceversa (he sido testigo de cómo hombres con esposas, hembras divinas, le ponen “cachos” con tipas insignificantes, no sé, tal vez la “renacuaja” tuviera un encanto especial), aunque hay casos de auténticos enfermos sexuales, los “sexo adictos” que requieren terapia para controlar su adicción, como, por ejemplo, la ninfómana. Pueden imaginar al marido sorprendido por su esposa con otra en el propio lecho conyugal: “No es lo que te imaginas Petra, además no es mi culpa, me examinó un neurólogo y carezco de un déficit de la química cerebral, así que no puedo controlar mis deseos sexuales”. Vicente Fernández canta a la “mujer ajena”, “Lástima que seas ajena y no pueda darte lo mejor que tengo, lástima que llego tarde y no tengo llave para abrir tu cuerpo, lástima que seas ajena, el fruto prohibido que jamás comí, lástima que no te tenga porque al mismo cielo yo te haría subir…”.

Sigo creyendo en el alma porque la siento, me niego a admitir que somos pura materia consciente, que no exista una dimensión espiritual diferente al cuerpo que se desintegrará y se convertirá en polvo. No me convenzo, para mí el alma es la única explicación al enigma humano y he allí la contradicción, ¿cómo puede explicarse el enigma?, estar aquí y ahora en este cuerpo envejeciéndose entre los misterios de la tierra y sus criaturas, asistir al diario desatino de los hombres y los pueblos, y sólo esto que gime, llora, vislumbra en sueños, en estallidos de lucidez, la esencia de todo: el alma, la única luz en este valle de locuras. Por ese mismo, “No espero nada, no me entrego, mi calculado abandono es una manera de flotar en la vida/ ir con el viento/ ligero/ sin apuro…Mi escepticismo militante lo expreso en otro poema:

“Este acontecer que cambia para nada cambiar

El crepúsculo/ disolvió/ en las sombras/ otro día más/el tiempo indetenible/fugaz/laberinto/del/mundo/hoy/mañana/son/lo/mismo/ayer/recuerdos/imágenes/voces/sensaciones/angustias/miedo soledad/sabor amargo/ instantes perdidos/Y pasa la vida/ gentes/sucesos/Y uno es testigo/ víctima/ victimario de un deber/de un ir/hacia/parte/alguna/luchamos/abrazamos/el/tiempo/con/fervor/tareas/obligaciones/planes/sueños/pequeñas/grandes/envidias/celos/intrigas/decepciones/alegrías/este/acontecer/cambia/para/nada/cambiar/luz/sombras/noche/día/amigos/enemigos/amor/desamor/mu-er-te”

En un ejemplar del libro de José Carlos Somoza “La caverna de las ideas” (magnífica narrativa en tres planos: 1, el traductor; 2, el supuesto autor de la obra; 3, los personajes de la obra, entre los cuales hay un traductor o descifrador de enigmas. El mismo método empleado por Saramago en “Historia del cerco de Lisboa), que leí en el 2001, escribí en la última página en blanco, motivado por la lectura de ese libro:

“Todo lo que existe, nosotros los humanos y lo que nos rodea, “oculta” el misterio que hay más allá de las apariencias. Los hombres actuamos como si existiera un orden, el espejismo de la razón nos impulsa, para evitar el desquiciamiento, la locura total y definitiva, a creer en algún principio organizador, un axioma que, de sentido al cosmos, al Planeta, al mundo, a esto que somos. Esa es la función de la cultura: el arte, la filosofía, la política, la religión, las leyes, la sociedad, en suma. Pero, ese “orden” siempre está amenazado por la fuerza desintegradora del misterio, el abismo, el frío silencio de lo que no tiene principio ni fin, el no tiempo, ni ayer, ni hoy, ni mañana, donde no hay respuesta, donde mora un Dios sin rostro, mudo, invisible, la nada, la nada, el terror del Ser, la incertidumbre, el horror de ser devorado por el infinito”.





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