Cuidado España con el síndrome de la autodestrucción, publicado en el 2014 en soberanía. org, página clausurada en el 2016 por la narcodictadura militarista comunista terrorista
¡Cuidado España con el síndrome de la autodestrucción!
-Los riesgos del magnífico
equilibrio de la España post-franquista-
Prof. Henrique Meier
El
Artículo 2° de la Constitución española establece que la misma se fundamenta “…en la indisoluble unidad de la Nación
española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y
garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la
integran y la solidaridad entre todas ellas”.
Nótese
que la norma declara la unidad de la Nación, no la del Estado, pues al
reconocer el derecho a la autonomía de las nacionalidades (las Comunidades Autónomas)
y regiones, implícitamente define la naturaleza plural del poder estatal. Esa
Constitución constituye un logro que todavía muchos españoles no han entendido,
no obstante sus 36 años de vigencia (1978-2014), ya que armoniza ideas,
sentimientos, creencias que parecieran incompatibles, antinómicas: la monarquía
y la república, la España unitaria y la España plural, la España conservadora y
la España progresista, la España autoritaria y la España democrática.
La
traumática experiencia de la guerra civil[1]
y de la larga dictadura franquista [2]
hizo comprender a los más esclarecidos españoles la necesidad de
constitucionalizar ese régimen político mixto y plural. De la España
conservadora emerge la forma monárquica del Estado: el Reino de España, pero un
Rey (o Reina) que es básicamente una figura simbólica, carente de todo poder
político, representante de la unidad de la Nación, más allá de la diversidad de
nacionalidades regionales y de la pluralidad de ideologías políticas, de
pequeñas “patrias” y de creencias religiosas.
El
Rey, un Jefe de Estado imposibilitado de amenazar las libertades individuales y
los derechos de las comunidades autónomas como antaño ocurrió en la etapa del
absolutismo monárquico; por el contrario, y como lo demostró el abdicante Juan
Carlos, el Rey defendió la democracia parlamentaria ante el intento de
resurgimiento del fascismo franquista[3],
y, en ese sentido, consolidó a la institución monárquica en una garantía
trascendente a lo estrictamente político-partidista y político-ideológico,
frente a las fuerzas del “autoritarismo centralista” y la “anarquía
divisionista y disolvente”.
La primera mora en la oscuridad, en el inconsciente de no pocos españoles, y la segunda, sin el menor rubor se expresa a la luz del día en Cataluña protagonizada por una clase “político-empresarial” cuya corrupción es pública y notoria (caso Pujol)[4] , y que pretende ampararse en la demagógica propuesta de la independencia de esa Comunidad cuya vigente autonomía les permite al Gobierno y el pueblo catalán desarrollar las potencialidades de la región, sin necesidad de desprenderse de una España democrática, plural y solidaria que ya dejó atrás el centralismo autoritario. El Rey lo es de todos los españoles: madrileños, asturianos, andaluces, vascos, gallegos, valencianos, catalanes, canarios.
De la España republicana emergen las instituciones democráticas: la legitimidad electoral de las Cortes (el Parlamento) y de las autoridades de las comunidades autónomas, así como la dependencia del Presidente del Gobierno nacional del órgano parlamentario (sistema de gobierno parlamentario: “La forma política del estado español es la monarquía parlamentaria, Art. 1.3).De la España republicana y anticlerical emergen la libertad de cultos, de conciencia, de comunicación, de expresión, la laicidad del Estado.
De la España progresista emerge el concepto del Estado social (“España se constituye en un Estado social y democrático de Derechos, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”, Art. 1) y los derechos sociales de procura existencial (educación, salud, trabajo, seguridad social), hoy lamentablemente en crisis a causa de la debacle financiera causada por los vínculos de corrupción entre la clase política y parte del mundo empresarial, pero crisis en vías de recuperación, aunque no pocos quieran negarlo (la tozudez tan española). El pluralismo de la España democrática y tolerante se expresa en la declaración del castellano, la hermosa lengua de Cervantes, como lengua oficial del Estado, ¿Acaso podrían entenderse la totalidad de los españoles en una lengua que no fuere común?, sin desmedro de las demás lenguas (vasco, catalán, valenciano) consideradas como oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas (Art. 3.1 y 3.2)
Y
de su integración a la Unión Europea, emerge la España europea, que posibilita
para los españoles la ciudadanía comunitaria, y la máxima libertad de
circulación de personas, capitales, y productos de su variada agricultura.
¿Qué más podría desear un país?
Y sin embargo, la súbita aparición en la escena política de un supuesto partido político llamado “Podemos”, nombre tomado de una nefasta organización que apoya a la neodictadura militarista de vocación totalitaria y corrupta que impera en Venezuela desde hace 15 años, pareciera indicar, además del caso Cataluña, que no pocos españoles se están cansado de la democracia, la paz y la estabilidad.
1. Notas adicionales: Neocomunismo y separatismo, los dos riesgos de la unidad, la convivencia, la democracia y el Estado de Derecho en España.
CRÓNICA DE UN DESASTRE INSTITUCIONAL EN PROCESO
Ahora que estoy con mi esposa exiliado aquí en la madre-patria (2018), huyendo de las garras de la narcodictadura militarista comunista terrorista, no quisiera llorar por ti España, me basta con mi querida y añorada Venezuela. Abrid los ojos españoles, que no les pase como a nosotros los venezolanos. Cuando escribí y hablé de los riesgos de que Venezuela se convirtiera en otra Cuba, muchos se burlaban diciendo "Venezuela no es Cuba", y hoy mi país se halla en una situación calamitosa semejante o peor a la de Cuba. La indiferencia de la mayoría silenciosa ante el avance del mal, representado en el neocomunismo, presagia su advenimiento.
2. Acerca de la transición hacia la democracia y los 40 años de la Constitución de 1978. Adolfo Suárez Illana, ABC. es (extracto de su artículo Concordia y Libertad)
Tres años para despejar los malos augurios y asombrar al mundo con una transición política ejemplar y única que, todavía hoy, se sigue estudiando en las universidades más prestigiosas del mundo. Esa transición modélica y ejemplar que asombró al mundo entero, no asombró por tener un rey joven, moderno, políglota. Tampoco asombró al mundo un presidente audaz y comprometido con la democracia. Y tampoco lo hizo una Constitución moderna, respaldada por un pueblo entero y homologable a la de cualquiera de nuestros vecinos. Lo que de verdad convirtió en excepcional todo aquel proceso, fue la forma en la que se hizo. Algo tan sencillo como eso, la forma. Que un país dividido, recién salido de una guerra fratricida, tras cuarenta años sin libertades políticas, fuera capaz, sin quebrantar una sola ley, de levantar un Estado social y democrático de derecho bajo la forma de una moderna monarquía parlamentaria a través del diálogo y el acuerdo casi unánime, era algo inédito. Por fin, la concordia entre los españoles fue posible. Se me pregunta a menudo por la receta… y es tan sencilla como difícil de aplicar. Dos fueron los ingredientes: fijar objetivos comunes y aceptar sacrificios personales. Su aplicación llevó a España a una transformación extraordinaria. Pero la transformación fue extraordinaria porque fuimos una sociedad extraordinaria. Extraordinariamente exigente a la hora de fijar objetivos comunes para toda la Nación. Fuimos una sociedad extraordinariamente exigente a la hora de fijar el compromiso personal de cada uno para con su Nación. Y fuimos, también, una sociedad extraordinariamente generosa abandonando los intereses particulares de cada uno, por muy legítimos que fuesen.
3. Es la democracia. EL Astrolabio. Bleito Rubido. ABC.es
En España no hay cientos de miles de fascistas, como tampoco millones de revolucionarios de extrema izquierda. Somos una sociedad plural, no demasiado distinta a la que habita en Francia o en el Reino Unido, con sus complejidades y con esos misterios que tejen las entretelas de las distintas comunidades. Todo ello alimentado de ambiciones, envidias y demás combustibles que históricamente han acompañado a la condición humana hacia el éxito, el resentimiento o el fracaso. No busquen mucho más. Existen españoles a los que les gusta la libertad y les irrita que los políticos intervengan hasta en los detalles más íntimos de su privacidad. Españoles que quieren a su país. Ciudadanos a los que no les parece mal su bandera y defienden la unidad. Algunos, hasta se han hecho ricos desde cunas muy humildes. También hay gente como Pablo Iglesias, que busca cargarse la Constitución, o como Torra, que trabaja para romper la nación. Incluso nacionalistas que miraban para otro lado mientras ETA mataba al vecino. Y después está la inmensa mayoría, centrada y moderada… En realidad, ¡cuánto les cuesta a algunos vivir en democracia!
4. La Constitución no es problema. Editorial ABC.es
En España no hay cientos de miles de fascistas, como tampoco millones de revolucionarios de extrema izquierda. Somos una sociedad plural, no demasiado distinta a la que habita en Francia o en el Reino Unido, con sus complejidades y con esos misterios que tejen las entretelas de las distintas comunidades. Todo ello alimentado de ambiciones, envidias y demás combustibles que históricamente han acompañado a la condición humana hacia el éxito, el resentimiento o el fracaso. No busquen mucho más. Existen españoles a los que les gusta la libertad y les irrita que los políticos intervengan hasta en los detalles más íntimos de su privacidad. Españoles que quieren a su país. Ciudadanos a los que no les parece mal su bandera y defienden la unidad. Algunos, hasta se han hecho ricos desde cunas muy humildes. También hay gente como Pablo Iglesias, que busca cargarse la Constitución, o como Torra, que trabaja para romper la nación. Incluso nacionalistas que miraban para otro lado mientras ETA mataba al vecino. Y después está la inmensa mayoría, centrada y moderada… En realidad, ¡cuánto les cuesta a algunos vivir en democracia!
4. La Constitución no es problema. Editorial ABC.es
El cuarenta aniversario de la Constitución Española es una buena ocasión
para reivindicar su letra y su espíritu frente al revisionismo partidista y la
ruptura separatista que dominan los discursos más radicales contra la Carta
Magna. Desde hace años, la izquierda tiene en marcha una estrategia de
derogación del orden constitucional para volver al punto de partida de la
Transición y sustituir el consenso entre españoles por la imposición de una
revancha. En la extrema izquierda y en buena parte del PSOE ha cuajado el
discurso frentista que impulsó Rodríguez Zapatero con la ley de Memoria
Histórica y su pacto del Tinell para deslegitimar a la derecha democrática. Hoy,
cuando el PSOE y Podemos se dedican a repartir carnés de constitucionalistas,
la mayor amenaza a la Constitución de 1978 viene de ese discurso que esconde
tras la petición de «reformas» una verdadera quiebra del orden constitucional,
que se manifiesta en el ataque sistemático a la Corona, al que el Gobierno y su
propio presidente hacen sus aportaciones con ideas temerarias, como la
supresión del delito de injurias al Jefe del Estado o de la inviolabilidad del
Monarca. La Constitución no sólo se sustenta en la integridad de sus
instituciones básicas, como la Corona, sino también en la soberanía del pueblo
español y esta, en la unidad nacional. Cualquier pacto que busque atajos
seudoconstitucionales para reconocer a Cataluña o el País Vasco el derecho a decidir
vulnera tanto la soberanía como la unidad de la nación española. Las alianzas,
aun cuando sean ocasionales, con golpistas del separatismo, que están siendo
juzgados por delitos contra la Constitución, representan una deslealtad
inaceptable en un Estado de Derecho y un riesgo para la continuidad del sistema
democrático. El PSOE juega con fuego cuando avala el «constitucionalismo» de
partidos como Bildu o ERC, porque está disfrazando al lobo con una piel de
cordero que no merece. También hay que advertir de que el cuestionamiento de la
Constitución desde posiciones conservadoras o centralistas añade presión a un
debate que provoca una innecesaria precariedad de la Carta Magna de 1978.
Quienes como Vox hacen bandera de la unidad nacional frente a la fragmentación
autonómica deberían admitir que la experiencia del 155 aplicado a Cataluña
-breve, corta, insuficiente-, demostró que la Constitución no es el problema,
sino la solución frente al separatismo y que la organización autonómica es
compatible con la conservación, en manos del Estado central, de recursos para
garantizar la cohesión nacional. Antes que promover un cambio constitucional es
mejor comprobar hasta dónde llega la eficacia de la Constitución, verdadero
muro de protección de los derechos y libertades de los españoles frente al
terrorismo y el separatismo, y que también deberá serlo frente al
guerracivilismo de la extrema izquierda.
5.¡Qué culpa tendrá la pobre Constitución!
6. Constitución. El Astrolabio. Bietio Rubido. ABC.es
"Podría escribir todos los tópicos y lugares comunes que, sobre las bondades de la Constitución de 1978, se nos pueden ocurrir a usted, amigo lector, y a mí; sabiendo, como sabemos, que el tópico siempre es el reducto de la verdad. No lo haré. Como tampoco voy a enumerar las formidables conquistas políticas y sociales, espirituales y materiales, alcanzadas durante…"
7 Albert Boadella: "O se interviene Cataluña varios años o nos comemos la independencia"
5.¡Qué culpa tendrá la pobre Constitución!
Francisco Rosell, el mundo.es
La
Constitución española ha pasado de ser motivo de orgullo y de
referencia para las transiciones democráticas de medio mundo a
no tener, en apariencia, quien la defienda. Repudiada incluso por algunos
padres putativos, le vale el marbete de La malquerida, una
de las pocas obras, junto a Los intereses creados,
que no ha caído en el olvido de la vasta panoplia de Jacinto Benavente. Aquel
premio Nobel que se hacía perdonar su fama extremando su cojera y cuyo recuerdo
se desvanece como su efigie de las monedas de 200 pesetas. Como metáfora del
hoy, la casualidad quiere que estos días de diciembre coincidan los
aniversarios de aquel drama rural más que centenario y de una Constitución cuarentona a la que algunos codician poner en
cuarentena. En la ardorosa defensa que hizo del dramaturgo madrileño
ante las invectivas de Pérez Ayala o de Valle-Inclán, Pemán argüía que algunos
querían enterrarlo en la misma fosa que sus marquesas, sus cursis, sus mesitas
de té y sus rosas de otoño. Algo parecido ocurre con la generación de la
Transición. Se la quiere sepultar junto con una Constitución que, sin ser la
más longeva, pues la canovista de 1876 pervivió 48 años, sí que ha contribuido a romper la acrisolada tradición de
Cartas Magnas de quita y pon. En vista de ese poco asiento
constitucional, Josep Pla concluyó que "España es uno de los países del
mundo que, habiendo concebido más Constituciones -ha hecho un montón-, aún está
por constituir". Tan opuesta, por ejemplo, a una Inglaterra que, sin
precisar tenerla escrita, la tiene grabada en el sentimiento, en el ánimo y en
su costumbre. Ello dota a los británicos de un sentido constitucional que ya
quisieran para sí los españoles. Empecinada en hacer historia, España la deshace cual Penélope con el interminable manto con el
que daba pares y nones a sus pretendientes. Al no existir norma
redonda del todo, esta nuestra de 1978 no iba a ser una excepción. "Nadie
[ni nada] es perfecto", advierte cualquiera sin llegar al grado de
enamoramiento del prendado millonario de Con faldas y a lo loco.
En su apasionado embeleso, no desiste en casarse con quien se disfraza de mujer
huyendo de unos matones ni cuando el personaje de Jack Lemmon se desenmascara y
clama tratando de hacerle entrar en razón: "¡Soy un hombre!". A la
Constitución se le pueden sacar tantas tachas como sus detractores a Benavente.
Pero, más allá de lo desatinado de algunos artículos o su vaguedad suicida
-especialmente en el capítulo autonómico o en el educativo-, cualquier descosido se puede zurcir con la misma voluntad
que facilitó su parto. Desgraciadamente, su cimentación se ha
disgregado en grava que ahora se arrojan unos contra otros. La culpa no cabe
endosársela exclusivamente al irredentismo nacionalista, pese a las concesiones
hechas persiguiendo el improbable acomodo de quienes nunca pensaron que la
Constitución fuera punto de llegada, sino pista de despegue hacia el
independentismo. A este desbarajuste, los partidos nacionales han
cooperado estúpidamente vaciando la Constitución por la puerta falsa del
artículo 150.2 o avalando Estatutos que alteraban soterradamente la Ley de
Leyes. Para garantizarse la mayoría parlamentaria o simplemente
tener la fiesta en paz, los sucesivos presidentes de la democracia han
antepuesto el acatamiento de Estatutos de relativo respaldo a una Constitución
votada ampliamente y a la que han rendido a una posición subsidiaria. Aunque es
patente que una Constitución no son unas inalterables Tablas de la Ley, la
prioridad debiera ser soldar sus fracturas y restaurar los nexos de unión. Ello
requiere una resuelta acción política, en lugar de abrir en canal una
Constitución con un Parlamento transfigurado en Torre de Babel,
donde todos gritan (e insultan) y nadie se entiende. Ello sólo originaría que
el cuerpo enfermo no saliera vivo de la sala de operaciones. Sin carta náutica
ni timonel perspicaz, con cada tripulante marcando rumbos contrapuestos, su
reforma capotaría en la bocana del puerto. De hecho, en cuanto se formulan
negro sobre blanco algunas enmiendas, se verifica que, más que resolver los
problemas, se agrandan. A veces, de modo tan disparatado como aquel marino que,
en medio del naufragio, discurre achicar el agua multiplicando los agujeros del
bote que se va a pique. A
ojos vista, pasma que, en vez de coser a dos cabos y amarrar fuertemente los
descosidos de quienes desbaratan la Constitución, se proponga una especie
de Constituqué, esto es, una suerte de artefacto explosivo
que haga saltar por los aires la nación española, deconstruida en "nación
de naciones", donde se determinaría una relación bilateral. En
definitiva, nacioncitas con ínfulas de Estado que
exaltarían aquello de "nos, que somos y valemos tanto como vos, pero
juntos más que vos, os hacemos Principal entre los iguales, con tal que
guardéis nuestros fueros y libertades; y si no, no", atendiendo a la
fórmula que los señores feudales imponían al rey de Aragón. A este fin, hay
políticos, catedráticos y círculos empresariales que auspician un futuro
Estatuto de Cataluña que, para dar gusto al independentismo, no tuviera que ser
refrendado por las Cortes, depositario de la soberanía nacional, lo que sería un modo de autodeterminarse. Amén de postular
medidas ya fallidas en Alemania en lo que hace a la reconfiguración del Senado
como cámara territorial y eso que allí ningún länder niega
formar parte de un todo en el que se reconocen. De hecho, los políticos
germanos embridaron una dinámica centrípeta por la que 16 Estados maquinaban
para que nadie pudiera hacer nada sin el otro y que delegaba sus decisiones en
un inoperante Consejo Federal (Bundesrat) porque los 16 las vetaban de
continuo. Lo esperpéntico es que, una vez que Alemania hace años que escapó de
esa trampa reequilibrando el reparto competencial en pro
del interés general y reduciendo el poder de veto del Bundesrat
sobre el Parlamento (Bundestag), los arbitristas de la situación, buscando
conjurar al secesionismo, reivindiquen convertir el Senado en Cámara de las
Regiones. Al tener la Cámara Alta la encomienda del artículo 155, esto es, la suspensión
de la autonomía, bloquear esa disposición sería lo único que movería a los
secesionistas a prestarse al juego. En todo caso, cómo se va a elaborar otra Norma normarum cuando ni dentro de un mismo
partido -caso del PSOE, hoy en el Gobierno- hay conformidad en asuntos básicos
como el modelo de Estado con el oxímoron del federalismo asimétrico o el
trampantojo del "derecho a decidir" que despoja de esa potestad al
conjunto de los españoles. En síntesis, remedios de sofistas que, en realidad,
son medios para el sepulcro. Sin la altura de miras y la grandeza de espíritu
de los constituyentes, no es posible perfeccionar una Constitución por
manifiestamente mejorable que sea, que lo es. Pero los malos políticos,
cuando se le acaban las ideas o están en apuros a causa del descrédito, se
evaden de la realidad embarcándose en mudanzas constitucionales
sin una mínima avenencia entre quienes deben guiarlas. En esas circunstancias,
sólo vendrán malos medicamentos que exacerben los padecimientos. Ningún país serio frivoliza tampoco con que
cada generación debe tener su Constitución. Si fuera así, ¿cuántas debería
atesorar EEUU desde 1789? Hace dos siglos y medio que conserva prácticamente
inalterable la suya, pese a guerras civiles, magnicidios, crash, conflagraciones mundiales, dimisiones
presidenciales o masacres como el 11-S. Haciendo tabla rasa y desestimación del
interés general, es una
irresponsabilidad atropellar una Constitución que conjuró demonios familiares
enterrando la quijada de asno de un cainismo que tuvo a España en sostenida
contienda civil casi desde la expulsión del invasor napoleónico
hasta la Transición y que ahora algunos apetecen suicidamente revivir. Ya
escribió Faulkner que "el pasado nunca desaparece; ni siquiera es el
pasado". Más
que empeñarse en el desiderátum de otra Constitución cuando no hay coincidencia
ni en el diagnóstico ni en el tratamiento, el celo habría que ponerlo en
garantizar su cumplimiento y preservar la igualdad de todo ciudadano, al margen
del rincón donde habite. De hecho, su incumplimiento permite la desmembración
de la nación que articula y que facilita que ésta se la borre gradualmente
merced a una clase política que no está dispuesta a mudar su manera de
gobernar, sino a variar de leyes. Como si éstas dispusieran de una virtud taumatúrgica que les hiciera invertir el estado de las
cosas con su promulgación. No es menester tanto constituciones de
nuevo cuño, como gobernantes dispuestos a hacerlas valer. No hay ley redentora
alguna cuando, parafraseando a un egregio prócer de la Restauración,
"gobiernan los mismos hombres que nos perdieron, los mismos partidos que
no tuvieron inspiración, energía ni patriotismo en los momentos críticos y que,
como si hubiesen sido triunfadores, siguen repartiéndose la nación empobrecida".
En esta encrucijada, conviene preguntarse qué es lo que les ha hecho la pobre
Constitución a quienes, en vista del mal trato a que la someten, habría que
exigirles que apartaran sus manos de ella y la resguardaran de mayores
estropicios. A esta Constitución, ahora malquerida, hay que
insuflarle, al cabo de 40 años, el espíritu perdido que la vigorice para
afrontar desafíos tan apremiantes como el independentista y el
de quienes pugnan por reabrir la Caja de Pandora del guerracivilismo. A la
sazón socios de un presidente del Gobierno como Pedro Sánchez que parece borrar
de la memoria que esa Constitución es obra de un PSOE escarmentado, como el
conjunto de formaciones políticas, de los errores que abocaron a España a una
conflagración fratricida. Hay que insistir en ello tantas veces como sea
pertinente, pues como aducía Benavente ante quienes le reprochaban la
reiteración de frases en sus dramas: "La primera es para que la oigan, la
segunda para que la escuchen y la tercera para que la entiendan".
6. Constitución. El Astrolabio. Bietio Rubido. ABC.es
"Podría escribir todos los tópicos y lugares comunes que, sobre las bondades de la Constitución de 1978, se nos pueden ocurrir a usted, amigo lector, y a mí; sabiendo, como sabemos, que el tópico siempre es el reducto de la verdad. No lo haré. Como tampoco voy a enumerar las formidables conquistas políticas y sociales, espirituales y materiales, alcanzadas durante…"
7 Albert Boadella: "O se interviene Cataluña varios años o nos comemos la independencia"
RAÚL CONDE8
DIC. 2018 01:48
"Cataluña
presenta todos los ingredientes de una secta. Y una secta sólo permite la
desprogramación, pero no hay diálogo posible. Están en otro mundo. En el caso
de Sánchez es una simple excusa para permanecer en el poder. Sánchez tiene
todas las características de la psicopatía: no distingue entre el bien y el
mal, y puede decir hoy una cosa y mañana la contraria. Por tanto, a él no le
parece indigno ni inmoral el que esté dando fuerza, ánimo y sangre a una gente
que quiere destruir la estructura del Estado".
8.Torra se pone del
lado de los violentos, editorial, elmundo.es
"En toda democracia, el Estado tiene el monopolio de la violencia que se
ejerce con el fin exclusivo de garantizar la seguridad y la normal convivencia
de todos. Es un principio aceptado por cualquiera que crea en el Estado de
derecho y su grandeza. Pero en España no ganamos para dislates un día sí y otro
también y, en esa insufrible anomalía institucional que sufren los catalanes,
todo es el mundo al revés. Y, así, la Generalitat arremete contra sus agentes
de Seguridad y se pone del lado de los CDR -autodenominados Comités de Defensa
de la República- que tratan de convertir el espacio público en una kale borroka
al más puro estilo de los cacharros etarras. Las críticas y amenazas
que han recibido los antidisturbios de los Mossos por su
actuación el jueves para frenar a las turbas que trataban de impedir en Girona
y Terrasa actos por la Constitución, con orden incluida del president Torra
para depurar la cúpula de la consejería de Interior, suponen una vergüenza inadmisible
en un país democrático.Si las instituciones son incapaces de preservar el orden
público y el normal desarrollo de las libertades individuales -incluido ese
derecho a la expresión de los no independentistas que vemos cómo cada día se
les niega a dirigentes constitucionalistas-, y por si fuera poco se encomiendan
a quienes conculcan la ley, nos encontramos con que la civilización ha sido
sustituida por la selva. Esto está ocurriendo hoy en la Cataluña del
independentismo. Ni Torra ni el conseller de Interior son
dignos de permanecer un solo día más en sus cargos. Los propios
sindicatos de los Mossos exigieron ayer la dimisión del conseller Miquel Buch
por cuestionar la intervención contra las hordas radicales, sin que parezca
importarle siquiera el hecho de que hasta 15 agentes resultaron agredidos el
jueves".
9. ¿Qué más cosas tienen que pasar
para que el presidente del Gobierno obedezca el mandato constitucional y
aplique el artículo 155, suspendiendo parcial o totalmente la autonomía de
Cataluña? "Si una Comunidad Autónoma -se lee en la Carta
Magna- no cumple las obligaciones que la Constitución y otras leyes le
impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de
España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma
y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del
Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquella al
cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado
interés general". Si Pedro Sánchez no
decide aplicar en su justa medida el artículo 155 estará incumpliendo el
mandato constitucional y podrá ser denunciado ante el Tribunal Supremo. ¿Qué
más tiene que pasar, en fin, que las CDR paralicen la circulación en toda
Cataluña, incendien automóviles, alunicen comercios, destrocen cafeterías y
restaurantes? ¿Qué más tiene que pasar, que más, que se
desate la violencia brava en las calles y se produzcan muertos,
paralizados los mozos de escuadra por las órdenes del racista Joaquín Torra?. El
desafío a la Constitución mantiene prófugos o encarcelados a los dirigentes del
secesionismo que perpetraron un golpe de Estado, hasta ahora sin éxito. Sánchez
esgrime el señuelo del indulto para que los secesionistas le mantengan
en la silla curul de Moncloa hasta agotar la legislatura,
mientras la unidad de España se resquebraja entre las grietas de una política
indecente sin otro norte que el servicio a la megalomanía obsesiva de un
presidente deslumbrado por su falcon, sus
helicópteros, las suntuosidades de su vida nueva y los viajes galopantes. Entre
tanto, el presidente marioneta Torra se ha permitido anunciar la vía eslovena,
es decir, violencia, sangre y muertos para conseguir sus propósitos
secesionistas, con un Sánchez que esconde la cabeza como el avestruz en su
psicopatía por continuar en el poder unas semanas. Entre tanto, España se
fractura ante la vista de una ciudadanía atónita y el racista Torra se mantiene
en el procaz insulto a los españoles: "Son bestias
carroñeras, víboras, hienas con una tara en el ADN"·. Luis
María Anson, de la Real Academia Española, elmundo.es
10, Templanza.
Astrolabio. Bietio Rubido. ABC.es
La política española anda muy
necesitada de serenidad. Es difícil, lo comprendo. Cuando uno analiza con
frialdad el momento actual, la pérdida absoluta de los valores democráticos en
determinadas zonas de España y la tibieza del Gobierno ante semejantes
dislates, se entiende la irritación de parte de la sociedad. Sánchez, ese
hombre que teme a las urnas, quiere apalancarse en La Moncloa a toda costa. Y eso
tiene precio. Un coste que pagamos entre todos los españoles con el deterioro
de la convivencia. Ayer en el Foro de ABC, el ministro Borrell, la mejor cabeza
del gabinete, lamentó que acababa de asistir a la sesión más bronca de su vida
parlamentaria. Conviene rebajar la crispación. Lo que ocurre es que la cortesía
parlamentaria es un camino de ida y vuelta, y ahora la izquierda, que creía
tener patente de corso para decir las mayores barbaridades, se topa con la
firmeza de otros partidos. Se sorprende de que le reprochen su actitud frente
al problema catalán o que el partido del Gobierno sólo sume 84 escaños. Urge
volver a la senda de los valores democráticos: Sánchez, el primero, convocando
ya elecciones.
11.Pero llegó Pedro I El Dialogante. Recibió a Torra y a su lacito amarillo en Moncloa. Presionó a los jueces en favor de los golpistas. Desprotegió al Rey. Prometió más autogobierno, inversiones, un nuevo Estatut... ¿Resultado? El «procés» está más encanallado que nunca, el desorden crece, el presidente catalán aboga por una revuelta violenta y para celebrar un simple Consejo de Ministros en Barcelona, la segunda ciudad de España, hará falta un despliegue de un millar de antidisturbios. El «diálogo sereno» de Sánchez va viento en popa. Luis Ventoso. ABC.es
12 Reclaman diálogo con un supremacista, racista y fascista como Torra cuya dialéctica hubiera hecho las delicias de Adolf Hitler. Eduardo Inda OKdiario
14.Sánchez continúa cediendo ante el separatismo
11.Pero llegó Pedro I El Dialogante. Recibió a Torra y a su lacito amarillo en Moncloa. Presionó a los jueces en favor de los golpistas. Desprotegió al Rey. Prometió más autogobierno, inversiones, un nuevo Estatut... ¿Resultado? El «procés» está más encanallado que nunca, el desorden crece, el presidente catalán aboga por una revuelta violenta y para celebrar un simple Consejo de Ministros en Barcelona, la segunda ciudad de España, hará falta un despliegue de un millar de antidisturbios. El «diálogo sereno» de Sánchez va viento en popa. Luis Ventoso. ABC.es
12 Reclaman diálogo con un supremacista, racista y fascista como Torra cuya dialéctica hubiera hecho las delicias de Adolf Hitler. Eduardo Inda OKdiario
Es sencillamente una infamia, cuando no un delito de lesa traición, que el
legal aunque no legítimo primer ministro de una nación dialogue con un tipejo
que nada tiene que envidiar intelectual y moralmente a Goebbels o Mengele.
Sánchez no puede ni debe sentarse con un Quim Torra que considera que el resto
de españoles son “bestias que beben odio”, “víboras”, “hienas” y “carroñeros”.
Menos aún que considera que los españoles que no han nacido en Cataluña tienen
“una tara en el ADN”. Hablan de ilegalizar a Vox, que jamás ha hecho la más
mínima insinuación de este tipo, pero reclaman diálogo con un supremacista,
racista y fascista cuya dialéctica hubiera hecho las delicias de Adolf Hitler. Y tiene pelotas que el Gobierno acepte una reunión tildada de “bilateral
[sic]” con este camisa parda. Una costumbre que implantó el frivolazo de José
Luis Rodríguez Zapatero situando al mismo nivel en la entrada de Moncloa la
bandera de Cataluña y la de España. Torra, no obstante, les ha respondido con
una bonita butifarra: “O cumbre de gobiernos o nada”. De coña no que lo exija
el pollo que ocupa el Palau de la Generalitat sino más bien que lo pueda llegar
a aceptar el jefe del Ejecutivo. ¿Se imaginan a Leopoldo Calvo-Sotelo o a
Felipe González reuniéndose y hablando de tú a tú con Milans, Armada o Tejero
en los meses posteriores al 23-F? ¿O a George Bush llamando a la Casa Blanca a
Osama Bin Laden? Tan cierto es que, como apuntó uno de los padres de la
Constitución, Manuel Fraga, que “la política hace extraños compañeros de cama”
como que tampoco hace falta hacer el amor con alguien que cuando le des la
espalda te va a propinar una puñalada modelo Instinto Básico.
13.La paz no está contigo. Tiene gracia que los golpistas catalanes se presenten como hombres de paz. Cada uno entiende la paz como le conviene. Torra sostiene incluso que se llega a ella por la vía eslovena para la independencia, es decir con el uso de la fuerza. Por eso pidió a los CDR que apretasen y se regocija cuando se anuncian movilizaciones caóticas en Barcelona para este viernes, aprovechando que el Consejo de Ministros se reúne en la ciudad condal. Están empeñados en liarlo todo. Cuanto peor, mejor para ellos. En realidad, viven en la agitación mientras su economía se desangra, y se obcecan en la confrontación social en lugar de respetar la Ley. Por eso se definen como hombres de paz, que viene a ser como si Belén Esteban se postulase a monja de clausura. Es una pena, porque independencia no habrá en Cataluña, entre otras razones gracias a la fortaleza del Estado, pero tampoco orden, paz, cumplimiento de la legalidad ni progreso. La Justicia hablará en su momento. Un año después, todo va a peor para el catalán medio, mientras sus dirigentes se toman a risa la convivencia, porque los primeros en no estar en paz consigo mismos son los dirigentes golpistas.El Astrolabio. Bietio Rubido. ABC.es
13.La paz no está contigo. Tiene gracia que los golpistas catalanes se presenten como hombres de paz. Cada uno entiende la paz como le conviene. Torra sostiene incluso que se llega a ella por la vía eslovena para la independencia, es decir con el uso de la fuerza. Por eso pidió a los CDR que apretasen y se regocija cuando se anuncian movilizaciones caóticas en Barcelona para este viernes, aprovechando que el Consejo de Ministros se reúne en la ciudad condal. Están empeñados en liarlo todo. Cuanto peor, mejor para ellos. En realidad, viven en la agitación mientras su economía se desangra, y se obcecan en la confrontación social en lugar de respetar la Ley. Por eso se definen como hombres de paz, que viene a ser como si Belén Esteban se postulase a monja de clausura. Es una pena, porque independencia no habrá en Cataluña, entre otras razones gracias a la fortaleza del Estado, pero tampoco orden, paz, cumplimiento de la legalidad ni progreso. La Justicia hablará en su momento. Un año después, todo va a peor para el catalán medio, mientras sus dirigentes se toman a risa la convivencia, porque los primeros en no estar en paz consigo mismos son los dirigentes golpistas.El Astrolabio. Bietio Rubido. ABC.es
14.Sánchez continúa cediendo ante el separatismo
Sánchez se vende a
Torra, editorial ABC.es
La propaganda monclovita no se cansa de apelar al buenísimo
del diálogo como forma de apaciguar a la Generalitat. Pero es absurdo. Es
falaz. Y es una estafa a los españoles, que saben que ceder ante el
independentismo es perder: perder autoridad, perder dignidad democrática y,
como se ha visto en Andalucía, perder credibilidad. Sánchez no tiene un
proyecto para Cataluña. No hay ningún plan maestro más que el de prolongar
artificialmente la legislatura manteniendo viva la esperanza de aprobar los
presupuestos del Estado para sobrevivir a toda costa. Es imposible que este
Gobierno que duda sobre la unidad de España pueda exhibir una sola medida que
haga recapacitar al secesionismo. Ni una. Es evidente que los golpistas presos dejaron
ayer su huelga de hambre porque la sumisión de Sánchez a Torra ha sido la
palanca que ha activado una nueva satisfacción para el separatismo catalán.
15. Sánchez y su República. Luis Ventoso.ABC.es
15. Sánchez y su República. Luis Ventoso.ABC.es
Sánchez, que está disfrutando del avión oficial con
idéntica fruición a la de mi sobrinita Irene cuando hace unos meses le
regalamos un patinete eléctrico, ha decidido que el Consejo de Ministros sea
itinerante. Mañana celebrará uno en Cataluña, que nada arregla y que tal vez
suscite un problema serio de orden público (aunque, por supuesto, una vez
anunciado que tendría lugar en Barcelona en modo alguno se podía dar marcha
atrás, pues supondría asumir que algunas partes de España se han convertido en
zonas no visitables para el Gobierno del país). Tras este gran éxito, Sánchez
ya prepara otro consejo peripatético, esta vez en Alicante el próximo marzo. ¿Y
por qué se va allá con sus ministros? Pues porque quiere rendir homenaje al
último consejo de la II República, que presidió allá Juan Negrín hace 80 años. Siempre siento un atisbo de tristeza cuando
veo la bandera de la República en manifestaciones de estudiantes españoles de
hoy en día, o en marchas sindicales actuales, o en protestas de pensionistas.
Apena que todavía perviva entre tanta gente la idealización de un régimen y de
una etapa que en la práctica fue un calamidad en todos los órdenes. ¿Qué
milonga les han endilgado a esos chavales de la era wifi que todavía salen a
las avenidas empuñando la rancia enseña tricolor?Esos muchachos disfrutan de
universidades en cada capital de provincia; de enorme seguridad en las calles;
de absoluta libertad de expresión, pensamiento y religiosa. También gozan de la
posibilidad de abrazar cualquier opción política sin temer por su vida, y de un
país estable, con una economía encauzada, aunque sufra altibajos. ¿Qué echan de
menos de la II República? ¿La devaluación del 20% que experimentó la peseta y
las constantes disfunciones económicas? ¿Sienten nostalgia del aperturismo de
un régimen que en noviembre de 1932 suspendió y se incautó de cien
publicaciones porque osaron a pensar diferente? ¿Les gustaría vivir en una
España saboteada por un anarquismo fuera de control y por huelgas
revolucionarias que pusieron al país en jaque, como la de Asturias? ¿O tal vez
les parece muy tolerante y admirable Azaña, que en 1931 se ufanó de que España
dejaba de ser católica, cuando lo era -y lo sigue siendo- mayoritariamente?
¿Les fascina un régimen que en su decadencia final era incapaz de imponer su
propia legalidad y que dejó que la violencia se le fuese de las manos? Un mal
-el largo franquismo- no puede servir para justificar otro mal, una República
ineficaz y fuera de control, antesala además de una dictadura comunista. Parece
injusto que Sánchez, que representa a todos los españoles -a los que añoran
aquella República y a los que no-, suplante la voluntad general y ensalce desde
el Gobierno un fracaso histórico que contribuyó a provocar una terrible guerra
civil. Rinda homenaje a lo que hoy disfrutamos, el gran país de la democracia
de 1978. Aparque las rencorosas revisiones del pasado, las venganzas imposibles
mirando al retrovisor, la épica mendaz de quien quiere reivindicar una Arcadia
tricolor que nunca existió. En resumen: deje de renegar del país al que sirve
(aunque sea de rebote y por un rato).
Respecto, de ese periodo de la II
República española, son premonitorias las advertencias del dirigente
republicano español, Indalecio Prieto, en la primavera de 1936, antes del inicio de la espantosa guerra civil:
“La
convulsión de una revolución, con un resultado u otro, la puede soportar un
país; lo que no puede soportar un país es la sangría constante del desorden público
sin finalidad revolucionaria inmediata; lo que no soporta una nación es el desgaste de su poder
público y de su propia vitalidad económica, manteniendo el desasosiego, la
zozobra y la intranquilidad. Podrán
decir espíritus simples que este desasosiego, esta zozobra, esta intranquilidad
la padecen sólo las clases dominantes. Eso, a mi juicio, constituye un error.
De ese desasosiego, de esa zozobra y de esa intranquilidad, no tarda en sufrir
los efectos perniciosos la propia clase trabajadora, en virtud de trastornos y
posibles colapsos de la economía, porque la economía tiene un sistema a cuya
transformación aspiramos...Si el desmán y el desorden se convierten en sistema
perenne, por ahí no se va al socialismo, por ahí no se va tampoco a la
consolidación de una república democrática, que yo creo nos interesa conservar.
Ni se va al socialismo ni se va al comunismo; se va a la anarquía desesperada
que ni siquiera está dentro del ideal libertario; se va a un desorden económico
que puede acabar con el país”[1].
16. Sánchez humilla al Estado. Editorial, ABC.es
16. Sánchez humilla al Estado. Editorial, ABC.es
Los árboles no pueden impedir a la opinión pública ver el bosque. En
términos simples, la «tournée» de Pedro Sánchez por Barcelona se ha saldado con
un triunfo anímico y político innegable de Joaquim Torra. Ha habido
claudicación del Gobierno español al sumarse a un comunicado infame que no hace
alusión alguna a la Constitución o a la exigencia de cumplir la ley. En ese comunicado, repleto de eufemismos ilegibles, se
diagnostica además un «conflicto» entre dos iguales empleando la misma
terminología que en su día utilizaba ETA, y se promete «vehicular una propuesta
con amplio apoyo de la ciudadanía catalana», lo que ha dado pie a que el
secesionismo interprete la disposición de Sánchez a celebrar un referéndum. Ha habido cesión política y humillación
formal ante el separatismo sin que a estas horas ni un solo español sepa qué
concesiones de fondo discutieron Torra y Sánchez. España aún no sabe cuál será
el precio a pagar para que Sánchez, el falso presidente de la transparencia,
pueda prorrogar la legislatura. Pretender que los españoles se contenten
con los gestos de teórico apaciguamiento y de diálogo es una estafa masiva a
todos los ciudadanos, que Sánchez comete con absoluto desprecio a la
Constitución. Poco después de la reunión, un socialista como Javier Lambán
tildó a Sánchez de «pusilánime». No está mal como argumento sincero para que
despierte ese amplio sector del PSOE discrepante de los muchos abusos que
Sánchez comete en nombre de ese partido. Lo relevante no es la protección del
orden público en Cataluña, sino la garantía del orden político. Y Sánchez está incurriendo en una alarmante
dejación de funciones empleando su poder de modo cuasi-prevaricador. España no
está en conflicto con una de sus comunidades autónomas. Más bien es una parte
de esa comunidad la que se ha declarado en rebeldía por su odio a España,
fracturando Cataluña y causando una inmensa grieta emocional que está
empobreciendo a sus ciudadanos. ¿Por qué ha de asumir el Estado que está en
conflicto con Cataluña? ¿Y por qué habría de resolver un problema que el Estado
no ha creado? Hay un problema político. Sí. Y debe resolverse por vías
políticas. Bien. Pero jamás saltándose la legalidad vigente, porque no es
permisible y nos vincula a todos los españoles, sin excepción. Porque si
eso ocurre, como ha ocurrido, la vía política debe dejar paso a la vía penal.
España no puede sentir un complejo de inferioridad institucional respecto a la
Generalitat, y mucho menos claudicar mintiendo a la opinión pública sobre el
resultado de una conversación que tiene todos los visos de ser infamante. En su estrategia para sobrevivir a toda
costa con solo 84 diputados, Sánchez no solo arrastra al PSOE a un precipicio
electoral. Arrastra a todos los españoles, a los que usa como rehenes para
alargar al máximo la legislatura. La prueba evidente es cómo permitió,
durante la cena del jueves posterior a la cita con Torra, que este reivindicase
en su discurso el derecho de autodeterminación una vez más, con Sánchez en
silencio. La desautorización del Gobierno de Sánchez al histórico discurso
pronunciado por el Rey hace un año es evidente. También es ofensiva para muchos
millones de españoles la rehabilitación moral de la figura de Lluis Companys.
Sánchez pertenece a esa estirpe de políticos que quieren dar por superados los
consensos del año 1978, que ha vulnerado las normas no escritas accediendo al
poder sin ser el candidato más votado, y que forzó una moción de censura con
socios chantajistas, antiespañoles y poco recomendables, incumpliendo su propia
palabra de convocar elecciones. Ningún Gobierno extranjero posa con Torra ni
con Carles Puigdemont. Nadie en el planeta les concede la atribución o el
derecho a constituirse en república separándose de España. Nadie justifica su
pisoteo constante del Estado de Derecho y la legalidad española. Y nadie, salvo
Sánchez, pone su fuerza a disposición de la eterna campaña de propaganda del
separatismo. Que el independentismo esté dividido no es un triunfo del
Gobierno. Es, más bien, ese alambicado desprecio que sienten muchos
independentistas y nunca puede ser una coartada para que Sánchez exhiba
musculatura política. Hay mucho de rendición en todo esto.
17. Sánchez, preso de las tesis del PSC y de su propia
ambición, no sólo no opone resistencia al desafío
secesionista, sino que pretende prolongar una senda que lleva al Estado al
precipicio. El enojo de los barones, acrecentado por la inquietud
ante una eventual venganza del sanchismo en la confección de las listas
electorales, es comprensible. Pero debe traducirse en una exigencia de calado
para materializar el cambio de rumbo en Ferraz. O el PSOE da marcha atrás
en el diálogo y las cesiones al independentismo o sus candidatos corren serio
riesgo de verse chamuscados en las urnas, relegando al socialismo
español a la misma posición testimonial -incluso marginal- por la que ahora
penan los socialistas franceses e italianos. Editorial, elmundo.es
18. La convivencia y sus enemigos, editorial el mundo.es
18. La convivencia y sus enemigos, editorial el mundo.es
El discurso de Navidad del Rey giró en torno a dos ejes: el constitucional
y el social. Al defender la garantía de convivencia que ofrece la Constitución,
Felipe VI no solo rendía tributo al gran éxito colectivo del pasado sino que
proyectaba su vigencia hacia el futuro, frente a los irresponsables que
pretenden dar por superada la democracia de 1978. Se trata de un
mensaje que suscita un amplísimo grado de aceptación en la sociedad española y
en la clase política, pero como no podía ser de otro modo también genera
incomodidad entre los enemigos de nuestra convivencia. De modo que las reacciones airadas de Quim Torra y Roger Torrent vienen
a probar el acierto discursivo del Monarca. Incapaz de escapar de la
mentira y el sectarismo que le constituyen, Torra ha tenido la desvergüenza de
replicar al Rey que no existe un problema de convivencia en Cataluña sino uno
de "democracia y de justicia". Algo que solo puede afirmar un líder
ignorante del Estado de derecho, en el que son los jueces con arreglo a la ley
quienes imparten justicia, y desconectado del deber de representar a todos los catalanes,
también a esa mayoría no independentistas cuyos derechos llevan mucho tiempo
siendo vulnerados por el rodillo separatista que manda en las instituciones
catalanas. La última vez que vimos el estado de salud de la convivencia en
Cataluña fue el pasado viernes durante la celebración del Consejo de Ministros
en Barcelona. Torrent, por su parte, volvió a insistir en la tesis del
"conflicto político" existente en Cataluña -en realidad creado por la
deslealtad nacionalista- y llamó a superar en un referéndum de
autodeterminación "el régimen del 78".Desde Moncloa se apuntan a
señalar la sintonía del Gobierno con las palabras del Rey, lo que supone un
ejercicio de afinidad selectiva cuando no de cinismo: el
Rey apeló al consenso dentro de la Constitución, pero Pedro Sánchez viene de
firmar con Torra un comunicado que omite deliberadamente la referencia a la
Carta Magna. Parecido ejercicio de retorcimiento hermenéutico
realizó Pablo Iglesias, a cuyo juicio el Rey ha rectificado su discurso del 3
de octubre en plena intentona golpista; como si la defensa de la legalidad
constitucional no equivaliera a defender la concordia entre distintos que ha
guiado siempre la coherencia programática del reinado de Felipe VI. Así lo
reconoció Albert Rivera, que destacó la convivencia como patrimonio
constitucional de todos, y también Pablo Casado, que subrayó la demanda de
respeto a las reglas de todos. Fue el eje social -en especial el énfasis en la
dura realidad laboral de los jóvenes y en la lucha por la igualdad de las
mujeres- el que suscitó una aceptación prácticamente unánime. Un reconocimiento
de los problemas que desvelan cada día a los españoles que actualiza el papel de la institución monárquica y la acerca
al sentir de los ciudadanos.
19. En un nuevo ejemplo de cinismo el PSOE, a través de Iratxe García, miembro de la Ejecutiva del partido, calificó ayer de "anecdótico" el hecho de que ni Pedro Sánchez ni la vicepresidenta Carmen Calvo ni la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, hayan informado de la propuesta de acuerdo con 21 puntos que Quim Torra les entregó durante la reunión de la pasada semana. De esta forma, a la indignidad de aceptar un encuentro entre iguales con los líderes independentistas de la Generalitat se uniría la recepción de un documento inaceptable que incluye una posible comisión internacional que medie entre los "gobiernos de Cataluña y de España", la "desfranquización" del país y el reconocimiento del "derecho de autodeterminación". Ante el silencio de Sánchez, Torra ha desvelado parte del contenido del escrito para recordar al Ejecutivo que su apuesta por la ruptura del orden constitucional no es negociable y que aceptar el diálogo es estar dispuesto a ceder a sus pretensiones. El presidente del Gobierno se está comportando de forma irresponsable, tanto al aceptar un documento que supondría la voladura del Estado como al intentar que la opinión pública ignore el precio que parece estar dispuesto a pagar para mantenerse en La Moncloa. Editorial. elmundo.es
19. En un nuevo ejemplo de cinismo el PSOE, a través de Iratxe García, miembro de la Ejecutiva del partido, calificó ayer de "anecdótico" el hecho de que ni Pedro Sánchez ni la vicepresidenta Carmen Calvo ni la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, hayan informado de la propuesta de acuerdo con 21 puntos que Quim Torra les entregó durante la reunión de la pasada semana. De esta forma, a la indignidad de aceptar un encuentro entre iguales con los líderes independentistas de la Generalitat se uniría la recepción de un documento inaceptable que incluye una posible comisión internacional que medie entre los "gobiernos de Cataluña y de España", la "desfranquización" del país y el reconocimiento del "derecho de autodeterminación". Ante el silencio de Sánchez, Torra ha desvelado parte del contenido del escrito para recordar al Ejecutivo que su apuesta por la ruptura del orden constitucional no es negociable y que aceptar el diálogo es estar dispuesto a ceder a sus pretensiones. El presidente del Gobierno se está comportando de forma irresponsable, tanto al aceptar un documento que supondría la voladura del Estado como al intentar que la opinión pública ignore el precio que parece estar dispuesto a pagar para mantenerse en La Moncloa. Editorial. elmundo.es
20.Sin gobierno frente al separatismo, editorial ABC.es
Pedro Sánchez tiene que explicar qué trató con Quim
Torra durante la reunión que celebraron en Barcelona el pasado día 20 y, sobre
todo, tiene que explicar por qué no dio por terminado el encuentro en cuanto el
presidente catalán le entregó el documento con sus reivindicaciones. El mero acto de escuchar a Torra pedir una
mediación internacional entre Cataluña y España constituyó, en sí mismo, una
cesión a la estrategia de crispación diseñada por el separatismo. Lo peor,
sin embargo, fue la explicación del Gobierno central, que calificó de
«anecdótico» que Sánchez no informara de esa oferta de internacionalización.
Sánchez es un presidente opaco y poco amigo de la verdad. Desde que accedió a
la Presidencia, su mandato se ha caracterizado por perseverar en el plan
suicida de pactar con los separatistas solo con el objetivo de reeditar el
Pacto del Tinell contra el PP. Por eso no es anecdótico que callara, y siga
callando, sobre las peticiones de Torra, sino sintomático del nivel de
alienación en el que se encuentra el Ejecutivo ante los separatistas catalanes.
Esta vez, el presidente del Gobierno no necesitó intermediarios ni columnas de
opinión para saber que Torra está aprovechando su indigencia política para dar
pábulo a la estrategia secesionista con un encuentro que fue indigno en su
apariencia y ahora también se sabe que en su contenido. Cuando al Estado se le plantea una ofensiva que persigue su
destrucción, el presidente del Gobierno tiene que saber muy bien en qué lado
debe situarse. Sánchez parece no saberlo, porque sus actos y sus decisiones no
son las propias de quien ostenta la máxima responsabilidad política del Estado,
sino de un político en precario que sobrevive con los préstamos de voto que le
hacen los enemigos del Estado. Torra ganó la baza política de su encuentro con
Sánchez, primero, porque logró una apariencia de encuentro bilateral; y,
segundo, porque hizo que Sánchez recibiera una propuesta de destrucción del
orden constitucional sin inmutarse. Sólo una anécdota, según el Gobierno. Bloqueado
tras el desastre electoral en Andalucía, el Gobierno de Sánchez es una pieza
fácil para el separatismo, que tiene los votos que necesita para alargar el
mandato. El drama de España es que no es
Sánchez quien decide lo que dura esta legislatura, sino Torra, Puigdemont y
Junqueras. Un neofascista, un fugado y un preso. Esta situación no es fruto
de acontecimientos inevitables, sino de la voluntad expresa del PSOE y de
Sánchez, que, a cambio de no ser devorados por el separatismo, son capaces de
emitir un comunicado conjunto con Torra en el que se que refleja el ideario
separatista: un conflicto político que sólo se solucionará con una propuesta
política apoyada por los catalanes en el marco no de la Constitución, sino de
una etérea «seguridad jurídica» creada a la medida. Es dramático, pero cierto:
España no tiene un Gobierno que actúe contra el separatismo.
21. Con la amenaza sistemática de Podemos, el
PDeCAT o ERC sobre los Presupuestos, con el estancamiento del crecimiento, con
la inclinación de parte de nuestra ciudadanía hacia los populismos extremistas
o el voto emocional, y con el chantaje del secesionismo reforzado por la
absurda estrategia de Sánchez con Cataluña, España se halla en una extraña
encrucijada. Asistimos a iniciativas revisionistas de nuestra historia basadas
en un revanchismo inasumible, y a la negación de los consensos de la Transición
que dieron lugar a una Constitución ejemplar. Hay quien desde la extrema
izquierda propone la supresión de la Monaraquía, y hay quien desde la derecha
radical apela al desmantelamiento del Estado autonómico o al antieuropeísmo
como nuevos mantras de un patriotismo milagrero frente a nuestros males. Sin
embargo, lo necesario es la convocatoria urgente de elecciones generales para
que los españoles puedan votar. Ahora mismo hay un presidente del Gobierno
elegido de forma legítima, pero abrupta, en una moción de censura basada en la
idea de que inmediatamente se convocaría a las urnas. Con solo 84 escaños,
Sánchez mintió entonces y sigue mintiendo hoy alimentando de forma
irresponsable la confusión en torno a la convocatoria de comicios generales.
Todo en su Gobierno, y todo en su gestión, está guiado por su concepto cesarista
del poder. Sánchez piensa más en sí mismo, y en cómo permanecer el mayor tiempo
posible en La Moncloa, que en los intereses de España. Falta a su propia
palabra cada día, se contradice sin rubor, improvisa de modo alarmante con
demagogia y frivolidad, mantiene una estructura de poder más cara que la de
ningún otro Gobierno, y es sumiso con los nacionalismos rupturistas mientras
desprecia al constitucionalismo… Incluso, ha blanqueado al terrorista Otegui.
Cada mes de 2019 que Sánchez permanezca en el poder será un mes perdido para
los españoles, y muy probablemente también para el PSOE, cuyos críticos con su
secretario general se están equivocando al guardar silencio porque no es
descartable que Sánchez los aboque a una ruina electoral irreversible. ABC.es
22. ¿Retrocede la democracia? Astrolabio. ABC.es, Bieito Rubio
"La democracia, tal y como la conocemos,
está en serio riesgo. Ojalá me equivoque y estas advertencias nos hagan tomar
conciencia de que tenemos que defenderla y aplicarla ahora más que nunca.
¿Cuáles son algunos de esos síntomas que nos inquietan? La tendencia a no
reconocer a la mayoría, la descalificación hasta la muerte civil del oponente
político, el cuestionamiento de la propiedad privada, el amago de despreciar
las instituciones del Estado -véase a Sánchez y Calvo queriendo anular al
Senado en España- o los serios ataques a la libertad individual desde gobiernos
locales o nacionales. Sin olvidar cuestiones esenciales como son los principios
de orden y autoridad, que políticos golpistas se pasan por el arco de sus
voluntades. Necesitamos volver a inocular en el cuerpo social de España -aunque
en Europa se dan situaciones similares- los valores y consensos clásicos de la
democracia y superar la anomalía que vivimos y el desorden jurídico que
sufrimos. De lo contrario, estaremos en pleno retroceso".
Ese fue el mismo discurso socialista de Chávez-Frías.
23. Desmantelar el Estado en Cataluña, editorial ABC.es
El Gobierno de Pedro Sánchez está volcado en comprar los votos del separatismo catalán para su proyecto de Presupuestos Generales del Estado de 2019. Lo está haciendo con precios políticos, ofreciendo al separatismo la cabeza de la Constitución, con una reforma imposible, y un nuevo Estatuto, ilegal de nacimiento, porque pretende burlar la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló muy parcialmente el actual. Y también con precios a cargo de los Presupuestos Generales, aumentando la inversión en Cataluña hasta límites que agravian a la mayoría de las comunidades autónomas, algo que el PSOE no quiere aceptar, a pesar de lo que ha sucedido en Andalucía. Al Gobierno autonómico más desleal y traidor, al que peor ha gestionado su economía y ha condenado a la ruina los servicios públicos catalanes, al que promueve la ruptura con España y la división entre catalanes, incluyendo, si hace falta, la legitimación de la violencia; a este Gobierno presidido por el neofascista Quim Torra, Pedro Sánchez ha premiado con un aumento del 52 por ciento de la inversión real por territorios prevista en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado. Y, además, sin recibir a cambio otra cosa que nuevos gestos de desprecio y desafío del integrismo separatista. No es suficiente. Además, el Gobierno de Pedro Sánchez está dispuesto a duplicar el precio por los votos del secesionismo con un golpe financiero al Estado en Cataluña, reduciendo la inversión para las instituciones centrales en un 29,54 por ciento, frente a lo presupuestado por el Gobierno de Mariano Rajoy para 2018. No sólo los nacionalistas ganan por lo que reciben, sino también por lo que pierde el Estado. La prueba de cargo de las intenciones del Gobierno socialista está en el hachazo a los fondos previstos para las actuaciones del Ministerio del Interior en Cataluña, que pasan de 4,4 millones para 2018 a 1,76 millones de euros para 2019. Cuando más arrecian los actos de violencia de los CDR y de los demás «camisas pardas» del separatismo catalán, y a pocos meses de que se dicte la sentencia del juicio a los golpistas del «procés», el Gobierno merma la capacidad económica de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Cataluña, quizá como signo de esta falsaria «normalidad» que el Ejecutivo de Sánchez interpreta sumisamente con encuentros bilaterales y discursos apaciguadores, al mismo tiempo que el separatismo aumenta el nivel de sus ataques al Rey y a la Justicia. Mientras la Sala Segunda del TS se echa a la espalda la tarea histórica de juzgar el golpe contra el Estado en Cataluña, el Gobierno socialista socava la estabilidad del Estado negociando con los autores de la intentona golpista, que ven con satisfacción cómo Sánchez sube a diario la puja para garantizar su supervivencia política.
23. Desmantelar el Estado en Cataluña, editorial ABC.es
El Gobierno de Pedro Sánchez está volcado en comprar los votos del separatismo catalán para su proyecto de Presupuestos Generales del Estado de 2019. Lo está haciendo con precios políticos, ofreciendo al separatismo la cabeza de la Constitución, con una reforma imposible, y un nuevo Estatuto, ilegal de nacimiento, porque pretende burlar la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló muy parcialmente el actual. Y también con precios a cargo de los Presupuestos Generales, aumentando la inversión en Cataluña hasta límites que agravian a la mayoría de las comunidades autónomas, algo que el PSOE no quiere aceptar, a pesar de lo que ha sucedido en Andalucía. Al Gobierno autonómico más desleal y traidor, al que peor ha gestionado su economía y ha condenado a la ruina los servicios públicos catalanes, al que promueve la ruptura con España y la división entre catalanes, incluyendo, si hace falta, la legitimación de la violencia; a este Gobierno presidido por el neofascista Quim Torra, Pedro Sánchez ha premiado con un aumento del 52 por ciento de la inversión real por territorios prevista en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado. Y, además, sin recibir a cambio otra cosa que nuevos gestos de desprecio y desafío del integrismo separatista. No es suficiente. Además, el Gobierno de Pedro Sánchez está dispuesto a duplicar el precio por los votos del secesionismo con un golpe financiero al Estado en Cataluña, reduciendo la inversión para las instituciones centrales en un 29,54 por ciento, frente a lo presupuestado por el Gobierno de Mariano Rajoy para 2018. No sólo los nacionalistas ganan por lo que reciben, sino también por lo que pierde el Estado. La prueba de cargo de las intenciones del Gobierno socialista está en el hachazo a los fondos previstos para las actuaciones del Ministerio del Interior en Cataluña, que pasan de 4,4 millones para 2018 a 1,76 millones de euros para 2019. Cuando más arrecian los actos de violencia de los CDR y de los demás «camisas pardas» del separatismo catalán, y a pocos meses de que se dicte la sentencia del juicio a los golpistas del «procés», el Gobierno merma la capacidad económica de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Cataluña, quizá como signo de esta falsaria «normalidad» que el Ejecutivo de Sánchez interpreta sumisamente con encuentros bilaterales y discursos apaciguadores, al mismo tiempo que el separatismo aumenta el nivel de sus ataques al Rey y a la Justicia. Mientras la Sala Segunda del TS se echa a la espalda la tarea histórica de juzgar el golpe contra el Estado en Cataluña, el Gobierno socialista socava la estabilidad del Estado negociando con los autores de la intentona golpista, que ven con satisfacción cómo Sánchez sube a diario la puja para garantizar su supervivencia política.
24. Un país en absoluto desgobierno. Editorial OK-diario.
Pedro Sánchez tiene a España sumida en el más absoluto desgobierno. Sólo siete meses en La Moncloa han servido para demostrar que el socialista no está a la altura de las medidas, la imagen y la estabilidad que nuestro país necesita para seguir prosperando económica y socialmente. De entrada, los delirantes Presupuestos elaborados por Economía y Hacienda, que disparan el gasto público y prevén unos ingresos irreales procedentes de gravámenes que aún no se han aprobado –como la ‘Tasa Google’ o la ‘Tasa Tobin’–, van a ser tumbados en el Congreso. ERC y PDeCAT, sus socios en la moción de censura, atisbando el final de un Gobierno absolutamente deteriorado y liderado por un dirigente desgastado, han anunciado que con su ayuda no van a sacar adelante las cuentas públicas. Con un juicio por el procés en ciernes, los separatistas han pedido a Sánchez un gesto con respecto a los golpistas encarcelados por el 1-O, sin embargo, el socialista no puede –ni debe– interferir en la independencia del Poder Judicial, razón por la que los independentistas no lo sostendrán en el poder por más tiempo. Ellos lo pusieron y ellos forzarán su caída.
Sánchez, además, está atrapado en sus propios números y, a falta de una proeza económica mesiánica, cosa que parece harto improbable a tenor de la ralentización del PIB en 2018 –que cerró en el 2,5%, una décima menos de lo previsto y el peor dato desde 2014–, no podrá cumplir con la senda del déficit marcado en el 1,3% del PIB, tal y como le han advertido desde la Comisión Europea y la AIReF. Dos entes que, tras analizar las cuentas públicas, detectaron que el Gobierno para cuadrar el déficit había recurrido a la argucia de cambiar el sistema de recaudación de IVA e ingresaría un total de 13 meses y no 12 meses. Según argumentaba el Ejecutivo, a la hora de justificar el elevadísimo gasto público, los Presupuestos estaban destinados a solventar las desigualdades de la crisis de 2008; sin embargo, sus planes no progresan hacia una salida solvente. Sólo un mes más tarde del anuncio en Barcelona –lugar al que Sánchez acudió a rendir pleitesía a Quim Torra– de la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para contentar a Podemos, otra de las patas que sostienen al socialista en La Moncloa, se ha dado de bruces con la realidad: se han destruido 200.000 puestos de trabajo y el paro ha subido en casi 83.500 desempleados, el peor comienzo de año desde 2013.
Para sostener nuestro Estado de bienestar, España necesita de un presidente del Gobierno creíble –que elabore su propia tesis doctoral sin plagios– y ambicioso que fomente la construcción de un tejido productivo que venga de la mano de la inversión, tanto nacional como extranjera, sobre todo ahora que tantas compañías salen de Reino Unido por la inestabilidad del Brexit. Atraer este capital a nuestro país debería ser uno de los objetivos primordiales de Sánchez, sin embargo, sus planes pasan por elevar los impuestos de sociedades y elevar las cotizaciones sociales alejando a pasos agigantados la inversión privada. El poder, tal y como sucede a menudo, consume rápidamente las siglas de los partidos que gobiernan, pero en el caso de Sánchez el tiempo ha sido récord. Por ello, sin dilación alguna el socialista debería disolver las Cámaras y convocar unas elecciones que dejen paso a un nuevo ciclo político más prometedor que el que ofrece su Gobierno.
,[1] La Guerra Civil Española fue un conflicto social, político y bélico, que luego tendría graves consecuencias económicas — que se desencadenó en España tras el fracaso parcial del golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1936, protagonizado por una parte del ejército contra el gobierno de la Segunda República Española. Gracias a la rápida colaboración del régimen nazista alemán y el fascista italiano Franco, trasladó las tropas rebeldes a la península en las últimas semanas de julio, comenzó una cruenta guerra civil que finalizaría el 1° de abril de 1939 con el último parte de guerra firmado por Francisco Franco, declarando su victoria y estableciendo una dictadura semi-totalitaria que duraría hasta su muerte en 1975 .La guerra tuvo múltiples facetas, pues incluyó lucha de clases, guerra de religión, enfrentamiento de nacionalismos opuestos, lucha entre dictadura militar y democracia republicanos, entre revolución y contrarrevolución, entre fascismo y socialismo. Franco fue nombrado Genralísimo, Jefe de Estado y del Gobierno “Caudillo por la Gracia de Dios”.
[2] Toda guerra civil comporta
un alto grado de violencia política entre los civiles y la española no fue una
excepción. De hecho, la violencia ya se había apoderado de la vida política
española antes de la guerra y durante ella no hizo más que incrementarse. Los
estudios más rigurosos cifran en alrededor
de 400.000 las muertes violentas producidas durante la Guerra Civil,
repartidas a partes iguales entre ambos bandos. El final de la guerra no acabó
con la represión, ni abrió paso a la reconciliación, ni tampoco supuso el fin
de la militarización de los juicios políticos. Al seguir en vigor el estado de
guerra hasta 1948, se mantuvieron los tribunales militares y las fuerzas de
seguridad continuaron sometidas a disciplina militar. Los Tribunales Militares
solían ventilar alrededor de 15 casos a la hora, sin garantías procesales y
presumiendo la culpabilidad del acusado. Con anterioridad al fin de la guerra,
el gobierno nacionalista de Salamanca declaró fuera de la ley todos los
partidos, asociaciones y sindicatos que habían apoyado al gobierno republicano.
De igual forma, se impuso una estricta censura de prensa, se prohibió toda
manifestación de la diversidad cultural y lingüística del estado y se persiguió
cualquier tipo de disidencia política, religiosa o ideológica. Una vez
finalizada la guerra esta legislación fue completada con la Ley de
Responsabilidades Políticas de febrero de 1939 y la Ley de Represión de la
Masonería y Comunismo de marzo de 1940, que extendían su jurisdicción a todas
las formas de colaboración con el bando republicano de forma retroactiva hasta
el 1 de octubre de 1934. Sin embargo, a pesar de la laxitud de ambas normas, la
persecución fue selectiva, apuntando a los principales responsables de las
organizaciones e instituciones republicanas. La dureza de la represión fue
amortiguándose con el paso del tiempo. A finales de 1939 la población reclusa
ascendía a 270.719 personas; a finales de 1945 la cifra había descendido a unos
40.000, de los cuales menos de la mitad podían considerarse como presos
políticos. Las ejecuciones por motivos políticos, que se calcula en unas 28.000 durante la posguerra, se convirtieron en
un fenómeno excepcional a partir de
1945.
3 El golpe de estado
del 23 de febrero de 1981 (conocido
comúnmente como 23-F) fue un fallido intento de golpe de
estado cuyo objetivo era devolver un régimen franquista en España por parte de
un grupo de guardias civiles liderados por el teniente coronel Antonio Tejero
que, en medio de una votación realizada en el Congreso de Diputados Congreso de
los Diputado irrumpieron en la sala, manteniendo secuestrados durante una noche entera a los diputados que se
encontraban en el edificio.
[4] El 25 de
julio de 2014, Jordi Pujol reconoció en un comunicado enviado a varios medios haber ocultado a la Hacienda Pública
durante 34 años «un dinero ubicado en el extranjero», según sus afirmaciones
procedente de su padre Florenci Pujo En ese comunicado Pujol lamentaba no haber
encontrado nunca el «momento adecuado» para la regularización de esas
cantidades y pedía perdón a la opinión pública Según varios medios, se trataría
de en torno a cuatro millones de euros ubicados
en Andorra que se habrían
beneficiado de la amnistía fiscal (o regularización extraordinaria) promovida
por e Gobierno de España en 2012 La
confesión de Jordi Pujol generó gran controversia política. Como reacción, el
28 de julio el sindicato Manos Limpias denunció a Jordi Pujol Soley y a su esposa ante los juzgados por los
delitos de coheco, tráfico de influencias, delito fiscal, blaqueo de capitales,
prevaricación, malversación. La denuncia recayó en el juzgado 31 de Barcelona,
donde la juez titular acordó abrir diligencias y notificar su decisión a la
Fiscalía. Al día siguiente,
29 de julio, el presidente Mas luego de una reunión mantenida con Pujol Soley, anunció que este renunciaba al sueldo
y a la oficina que tenía asignados como ex presidente, así como al título
honorífico de presidente fundador de CDC y de CUI Posteriormente, el consejero
de la Presidencia Farnces Homs aclaró que esto incluía renunciar al trato
honorífico de Molt Honorable Senyor y a la medalla de oro de la
Generalidad.
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