43 (publicado en soberanía.org, página clausurada por la narcodictadura terrorista comunista
in Derechos Humanos, El Guión, Estado, Henrique Meier, México, Neofascismo, Nuevo Orden Mundial, Política, Totalitarismo, Venezuela, Violencia / by Editor / on 12/11/2014 at 9:11 AM /
Los denominados “colectivos” bajo el subterfugio ideológico de la defensa de la “revolución”, cometen delitos amparados en la impunidad que les garantiza la jefatura de la “revolución bolivariana”.
Los vínculos entre la “secta destructiva”, y la delincuencia es un hecho público y notorio.
Es la cifra negra y
emblemática de los estudiantes secuestrados, torturados, asesinados,
descuartizados e incinerados por unos sicarios pertenecientes al cartel de la
droga “Guerreros Unidos” en la población de Iguala,
México, con la complicidad del Alcalde del Municipio y agentes de la
fuerzas policiales de la localidad, y es también la cifra de los estudiantes
muertos en Venezuela, coincidencia necrofílica, desde el 12 de febrero
de este año por agentes de uno de los componentes de la que fuera la “Fuerza
Armada Nacional Institucional”, hoy convertida en instrumento represivo
al servicio de la neodictadura militarista y corrupta de vocación totalitaria,
y miembros de los colectivos armados por ese régimen de poder, es decir, los
delincuentes reclutados por la “secta destructiva” para reprimir a la sociedad civil disidente.
Los vínculos entre la “secta destructiva”, y la delincuencia es un hecho
público y notorio. No sólo se trata de policías que hasta uniformados cometen
delitos (secuestros, homicidios, robos), que las cárceles estén controladas,
con la complicidad de las “autoridades carcelarias”, por los llamados “pranes”
o jefes de mafias delictuales, sino de la existencia de grupos de delincuentes,
los denominados “colectivos” que, bajo el subterfugio ideológico de la defensa
de la “revolución”, agreden las marchas de la disidencia o resistencia contra
lo que no se puede calificar como un auténtico “Gobierno” y cometen delitos
amparados en la impunidad que les garantiza la jefatura de la “revolución
bolivariana”.
El periodista Manuel Malaver en un artículo publicado en NoticieroDigital.com en su edición del
12 de octubre de 2014: “Odremán, los
colectivos, Maduro y la guerra civil entre los chavistas”, analiza los
efectos del asesinado del diputado del PSUV
Robert Serra, y de cinco miembros de los colectivos
supuestamente implicados en ese asesinato:
“Típico
fin de fiesta en la alianza entre el ‘poder constituido’ de la revolución y los
grupos de civiles armados que, por no terminar de ‘constituirse’, pueden usarse
en todo tipo de atrocidades, como salir a masacrar manifestaciones de estudiantes
desarmados si se convierten en un peligro para el status quo de los
revolucionarios que, ya instalados, se sienten cada día más seguros en la
jefatura del Estado. De alguna parte, entonces, van a salir las órdenes para
desarmar y destruir a los irregulares, a los colectivos, y es generalmente de
la cópula militar que por cultura, formación y vocación solo tolera a
paramilitares mientras le son útiles.
Tal
dinámica es siempre fatal e inexorable y todas las revoluciones tienen
capítulos amplios e ilustrados de cómo nacen, crecen y mueren y habría que
recordar breve, pero incisivamente, el fin de la rebelión de los marinos de
Kronstadt en la Rusia del año 21, y ‘La Noche de los Cuchillos Largos’ en los
inicios de la Alemania nazi. En la Venezuela postchavista habría que buscarle
un nombre sugestivo y distintivo, y, desde aquí, propongo nominarlo ‘Asesinatos
en la esquina de Cipreses’, o ‘Una mañana en la Caracas de las calles Rojas’.
Cúmulo
de incidentes que empezó con el asesinato -también monstruoso- del diputado
Robert Serra en su casa de habitación de La Pastora, pero desprendiendo un hilo
de sangre que, como en un pasaje inolvidable de ‘Cien años de soledad’ de
García Márquez, recorre parte de la ciudad y solo se detiene al llegar al
cuartel de la policía en Cotiza, San José, edificación añeja que había sido
desocupada por el gobierno de Maduro y entregada a un colectivo, el ‘5 de
Marzo’, cuyo jefe era un tal José Miguel Odremán. Dice un informe del CICPC que
Odremán y los hombres del ‘5 de Marzo’, -al lado de otros colectivos que se le
unieron, ‘Escudo de la Revolución’ y ‘Bicentenario’-, actuaban como azotes de
las parroquias del centro y del norte de Caracas, extorsionando comerciantes y
empresarios, cobrando vacunas y peajes, y estando incursos en la mayoría de los
atracos, robos, y secuestros exprés que se ejecutaban en la zona.
Pero
hay más, mucho más (dice el informe): no había toma de edificio, fábrica o
comercio en el centro donde no estuvieran involucrados ‘Odremán y sus
colectivos’, los cuales pasaban después a negociar apartamentos y oficinas
(como ocurría en el Manfredir) y a ofrecerles protección… Todo lo cual podría
explicar que, cuando empezó a implementarse el ‘Plan de Desarme Voluntario’ el
28 de septiembre pasado, una de las mayores resistencias se encontraran entre
Odremán y los colectivos ‘5 de Marzo’, ‘Escudo de la Revolución’ y
‘Bicentenario’”[1].
En los casos de México y Venezuela es aplicable el análisis de Héctor Shamis en uno de sus lúcidos artículos publicado en el diario El País en su edición del 9 de
noviembre de 2014: “Ya me cansé”,
con ocasión a esa frase pronunciada por el Procurador General de la República Mexicana como respuesta a las
críticas de la sociedad civil por el secuestro, tortura y asesinato de los 43
estudiantes en Iguala:
“Ya
me cansé. Con esa frase dio por terminada la rueda de prensa el Procurador
General de la República Mexicana, cargo equivalente a ministro de justicia en
muchos otros países. En esa conferencia acababa de informar el hallazgo de
restos calcinados de personas jóvenes. Pendientes de reconocimiento legal, esos
restos y la reconstrucción de los hechos delictivos indicarían que se trata de
los 43 estudiantes secuestrados y desaparecidos en Iguala el 26 de septiembre.
…La
frase del Procurador General es elocuente, concluyente: la ley se cansó. Si
‘fue el Estado’, como clama la consigna que aglutinó y movilizó a la sociedad
desde septiembre, es porque al mismo tiempo ‘no hay Estado’. Está cansado. Las
palabras elegidas y el lenguaje corporal del Procurador revelan la inexistencia
de ese Estado, paradójicamente reconocido por el mismísimo Estado. Retratan la
irrealidad que vive el Gobierno mexicano. El Estado se diluye, desaparece –y no
es eufemismo –si la cadena de la irresponsabilidad legal y política se quiebra
antes de llegar a la cima de esa pirámide imaginaria que denominamos estructura
de poder. Iguala es solo un ejemplo, en México y en tantos otros países de la
región, de esa ilegalidad que corroe, erosiona y finalmente se apropia de
porciones importantes del Estado.
El
Procurador mismo reconoció la existencia de colusión entre el Gobierno y la
policía municipal con el cartel Guerreros Unidos. Los estudiantes habrían sido
entregados por la policía municipal a los narcotraficantes. No aclaró, sin
embargo, que tan alto y que tan ancho llega la penetración de los Guerreros
Unidos en la estructura del Estado de Guerrero. En otras palabras, no queda
claro cuál es la completa cadena de mando de la ilegalidad en ese territorio.
¿Órdenes de quién obedecían los tres supuestos asesinos confesos? Pero Iguala
también es un ejemplo de la estrategia de varios Gobiernos nacionales en una
región capturada por el crimen organizado: desentenderse de la responsabilidad
legal y política que les pertenece. Se trata, en definitiva, de una abdicación
de su obligación de proteger a sus ciudadanos. El Procurador también usó una
sugestiva metáfora para justificar ese desentendimiento. Haciendo referencia a
que no tenía competencia para intervenir, afirmó que el Gobierno mexicano
habría ‘invadido ese territorio’, ilustrando las comillas con sus dedos en
forma de gancho. Desde la propia Procuraduría, nada menos, se institucionaliza
la fragmentación territorial, de ahí la ‘invasión’”[2].
En otros artículos
publicados en años pasados en esta misma página web independiente, me he referido al progresivo desmantelamiento del
otrora Estado por parte del
llamado “Comandante eterno”, con
la colaboración incondicional de los miembros de la “secta destructiva”, desde su triunfo y conquista del poder en las
elecciones de 1998 hasta su muerte (“La destrucción del Estado”), y como consecuencia de ello la imposibilidad de
calificar como “Gobierno” a ese
régimen de poder (¿Cuál Gobierno?).
Como bien señala Héctor Shamis en su artículo
transcrito “Ya me cansé”, el problema de fondo es la insólita
abdicación de la obligación estatal, y por ende gubernamental, de proteger a
los ciudadanos. En este territorio delimitado por fronteras que en otro
tiempo era un país llamado Venezuela,
25 mil personas fueron asesinadas el
pasado año, y más de 200 mil en 15 años del régimen castro-chavista, hoy
castro-madurista-cabellista. Se dice que este año, pronto a concluir, la cifra
necrofílica llegará a más de 30 mil asesinatos.
Una de las características
del poder estatal, a diferencia de las formaciones políticas y sociales de la Antigüedad
y el Medievo, es el monopolio y ejercicio de la denominada “violencia
legítima” a fin de evitar el temor de Thomas Hobbes: “la guerra
de todos contra todos”, si se permite que los particulares y grupos se
armen para defender sus derechos o intereses, o para apropiarse de bienes
ajenos, secuestrar, asesinar, delinquir a sus anchas[3].
La defenestración de un
ministro de justicia y de relaciones interiores, la cabeza visible de la
función represiva del Estado, no por su presunta responsabilidad en la
muerte de los 43 estudiantes, la detención arbitraria y tortura de muchos
otros, sino por la presión, o más bien extorsión de los “colectivos”
sobre el “Ilegítimo”, porque supuestamente el tal hoy ex ministro
ordenara la ejecución de 5 miembros de esas organizaciones hamponiles al
servicio de la secta destructiva, como represalia por el asesinato de Robert
Serra, es prueba irrefutable en lo que respecta a esta sui-géneris colonia
cubana, de la denuncia de Shamis con relación a la República Mexicana:
“El Estado se diluye, desaparece –y no es eufemismo –si la cadena de la
irresponsabilidad legal y política se quiebra antes de llegar a la cima de esa
pirámide imaginaria que denominamos estructura de poder”.
Hace un tiempo escribí- con
dolor de alma- este poema, inédito, por supuesto, pues en este ex país (Blanco-Muñoz),
¿A quien le interesa la poesía?
“Volví a soñar otra ciudad, un
puerto, tal vez el de mi infancia. Casa solariega, patio interno, una fuente,
pájaros calmando la sed, libres del miedo, del acoso humano. Un árbol de
granados, frutas doradas por el sol del Caribe. El sosiego del mediodía, sopor
del calor mitigado por la brisa marina. El rugido de barcos en los cercanos
muelles. He vuelto a soñar otra vida sin angustias, temores, desasosiego. Y al
despertar he llorado en silencio al saberme aquí, ahora, en esta ciudad del
caos donde asesinos se pasean impunemente a la luz del día, donde reina la
violencia y la indiferencia, ciudad sin alma, vacía, llaga pestilente, capital
de la muerte…”.
………………………………………………
Referencias:
[1] Malaver, Manuel. “Odremán, los colectivos, Maduro
y la guerra civil entre los chavistas”. En noticiero digital.com, edición del
12 de octubre de 2014.
[2] Shmis, Héctor. “Ya me cansé”. En el pais.es, edición del 9 de noviembre de 2014. Negritas mías.
[3] En otro artículo publicado en esta pagina WEB, trato ese tema: “La ruptura del pacto de reciprocidad”.
[2] Shmis, Héctor. “Ya me cansé”. En el pais.es, edición del 9 de noviembre de 2014. Negritas mías.
[3] En otro artículo publicado en esta pagina WEB, trato ese tema: “La ruptura del pacto de reciprocidad”.
Henrique Meier | Director del Área de Estudios Jurídicos y
Políticos del Decanato de Estudios de Postgrado de la Universidad
Metropolitana.
• Artículos recientes de Henrique Meier
• Artículos anteriores (2011-2012) de Henrique Meier
• E-mail: hmeier@unimet.edu.ve
• Twitter: @MeierHenrique
• Artículos recientes de Henrique Meier
• Artículos anteriores (2011-2012) de Henrique Meier
• E-mail: hmeier@unimet.edu.ve
• Twitter: @MeierHenrique
Artículos relacionados:
- Las
diferencias entre las democracias y las dictaduras
- El Decálogo
del Tirano
- La
democracia y la función de los partidos políticos
Comentarios
Publicar un comentario