Escribir sin importar un carajo el tribunal de l inquisición literaria
Qué grato es escribir así, libre de
implorar al dios de la corrección y el estilo literario una dosis de iluminación.
Me alineo en el concepto de Bukowski (Charles), al igual que Miller (Henry),
obviamente no pretendo compararme con esos inimitables escritores, poner al
alma al desnudo, escribir con el corazón, el estómago, los intestinos, sin
importar lo que piensen de ti, decir con honestidad lo que te ha pasado y te
pasa, lo que has sentido y sientes, tus dolores, alegrías, fracasos,
confusiones, mandando al diablo el rigor de la academia. Y otra vez el loco Bukowski y su poema “Cómo
ser un gran escritor”:
“Tienes que
cogerte a muchas mujeres, bellas, bellas mujeres, y escribir algunos poemas de
amor decentes, y no te preocupes por la edad y los nuevos talentos. Solo toma
más cerveza, más y más cerveza. Ve al hipódromo por lo menos una vez a la
semana y gana si es posible. Aprender a ganar es difícil, cualquier pendejo
puede ser un buen perdedor. Y no olvides tu Brahms, tu Bach y tu cerveza. No
hagas mucho ejercicio, duerme hasta el mediodía. Evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa a tiempo. Acuérdate que no hay pedazo de culo en este
mundo que valga más de 50 dólares (en 1977). Y si tienes capacidad de amar,
ámate a ti mismo primero, pero siempre consciente de la posibilidad de la total
derrota, ya sea por buenas o malas razones. Un sabor temprano de la muerte no
es necesariamente una mala cosa…consigue una buena máquina de escribir y
mientras los pasos van y vienen más allá de tu ventana, dale duro a esa cosa
dale duro, haz de eso como si fuera una
pelea de peso completo, haz como el toro
en la primera embestida, recuerda a los perros viejos que pelearon bien:
Hemingway, Celine, Dostoievski, Hamsun, si crees que no se volvieron locos en
habitaciones minúsculas, como te está pasando a ti ahora, sin mujeres, sin
comida, sin esperanza… entonces no estás listo. Toma más cerveza. Hay tiempo, y
si no hay, eso también está bien”[1].
Aunque tengo mujer, se me esfumó la
esperanza si es que alguna vez la tuve, pues en el fondo, en lo más recóndito
siempre supe, y pretendía no admitirlo, que cualquier cosa que hiciera era
igual a otra, que todo esfuerzo es una quimera. Se me dirá pesimista, o
escéptico, -no me importa- me atengo a mi experiencia. Todos los proyectos y
acciones en los que participé durante 53 años se fueron a la mierda, nada ha quedado,
al menos así ocurre lamentablemente en este país, y no soy el único. Lorenzo
barquero, un personaje de la emblemática novela de Rómulo Gallegos[2], “Doña
Bárbara” (1929), desgastado, enfermo, alcoholizado, en un diálogo, si mal no
recuerdo, con Santos Luzardo, le dice que Venezuela es un país como el trapiche
que muele la caña de azúcar, así nuestra realidad hace con los hombres de buena
voluntad. La historia lo demuestra desde el propio Libertador Simón Bolívar,
desterrado de su tierra natal a la que se le prohibió volver, amargado y
enfermo en Santa Marta, muere decepcionado al ver como su sueño de la Gran
Colombia se deshacía ante su impotencia por obra de las intrigas y las
ambiciones de poder a uno y otro lado de la frontera de las repúblicas hermanas.
Sí, la desesperanza:
“Pájaro
multicolor
Poeta de los
aires
Cantor al alba
Cruzas el cielo
Ante mi asombro…
En tu alegría
Mi corazón espera
Ansias de vivir
Un nuevo día
De no morir
Entre sombras
La espantosa
mentira
De quienes
asesinan
La inocencia,
Ladrones de la
esperanza
Buitres/narcotraficantes/
asesinos/
Han secuestrado
mi país”.
[1]
Bukowski. Cómo ser un gran escritor. 6 grandes poemas de Bukowski por Alejandro
Campos. http://culturacolectiva.com/6-grandes-poemas-de-bukowski/
[2] (Rómulo Gallegos Freire; Caracas, Venezuela, 1884 -
1969) Novelista y político venezolano. Junto con el argentino Ricardo
Güiraldes y el colombiano José Eustasio Rivera, Rómulo Gallegos fue
uno de los máximos representantes de la tendencia realista que subsistió en la
narrativa hispanoamericana de las primeras décadas del siglo XX, periodo en que
convivió con el desarrollo de la novela indigenista. Rómulo Gallegos hizo estudios universitarios de
Agrimensura y de Derecho en la Universidad Central de su país, pero no llegó a
terminarlos. Empleado de ferrocarriles y profesor en colegios privados, llegó a
ser subdirector de la Escuela Normal y director del Liceo de Caracas
(1922-1928). El dictador Juan Vicente Gómez le nombró en 1931 senador
por el estado de Apure, pero sus convicciones democráticas le hicieron
expatriarse y renunciar al cargo. En 1935, muerto el dictador, Rómulo Gallegos
volvió a Venezuela, y en 1936 fue nombrado ministro de Educación en el gobierno
de Eleazar López Contreras, cargo al que también renunció por los mismos
escrúpulos morales.
En 1947 fue elegido presidente de la República, pero
fue derrocado al año siguiente por una junta militar encabezada por Carlos
Delgado Chalbaud. Exiliado de nuevo en Cuba y México, Rómulo Gallegos regresó a
su país al ser liberado éste de la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez en 1958. En sus comienzos de narrador, Rómulo Gallegos
publicó Los aventureros (1913), una colección de relatos.
Siguió a esta obra El último Solar (1920), una novela que
reeditaría en 1930 con el título de Reinaldo Solar, historia de la
decadencia de una familia aristocrática a través de su último representante, en
el que se adivina a su amigo Enrique Soublette, con quien fundara en 1909 la
revista Alborada. Escribió después La trepadora (1925), entre
cuyos personajes sobresale Victoria Guanipa, figura ambiciosa y sin
escrúpulos. Doña Bárbara (1929) es una verdadera epopeya que
tiene como escenario la llanura venezolana. Cantaclaro (1934)
es la novela de un cantante popular que recorre las aldeas y los campos. Canaima
(1935) narra la existencia ruda de unos hacendados en las orillas del Orinoco.
Posteriormente publicó Pobre negro (1937), El
forastero (1942), Sobre la misma tierra (1943), La
brizna de paja en el viento (1952), La posición en la vida (1954)
y La doncella y el último patriota (1957), obra ésta con la
que obtendría el premio Nacional de Literatura. Doña Bárbara. Hay
unanimidad en señalar Doña Bárbara (1929) como la más
importante de las obras de Rómulo Gallegos, en la medida en que con ella se
inicia una brillante época para toda la novelística sudamericana: la de las
grandes historias autóctonas (carentes de toda influencia europea) cuyo eje se
constituye a partir de sucesos y personajes fascinantes salidos de un entorno
apenas explorado: el altiplano, la llanura y las enormes selvas de América. En
ella escenificó la vieja oposición entre civilización y barbarie, tributaria de
la tradición humanista liberal del siglo XIX, mediante el recurso a una
simbolización de personajes, ambientes y descripciones que puede, a ratos,
parecer esquemática, pero que es de una gran eficacia narrativa. Más que una
novela costumbrista o criollista, Doña Bárbara es una gran
epopeya autóctona, animada a ratos por una espléndida fuerza lírica. Todo en ella
gira y se mueve sobre un espacio fascinante, la llanura venezolana, de cuyo
seno, duros y valientes, surgen los hombres y las mujeres, agitados por las más
complejas emociones. A la inspiración desbordante de Rómulo Gallegos se une
aquí un arte original y criollísimo, con el cual se describen esos personajes
ya clásicos en la literatura venezolana y de todo el continente: Santos
Luzardo, Pajarote, Ño Pernalete, Mujiquita, El Brujeador, Marisela y, desde
luego, doña Bárbara, símbolo patético y desconcertante que en la novela de
Gallegos constituye la figura más reveladora. El argumento de Doña
Bárbara es simple pero apasionante. Santos Luzardo, un llanero que ha
vivido gran parte de su vida en la ciudad, regresa a la sabana para recuperar
las propiedades de su familia. Allí deberá enfrentarse con un mundo salvaje y
fascinante, infectado de bestias peligrosas, donde el hombre se ve en la
necesidad permanente de dominar la naturaleza para lograr sobrevivir. No menos
complicado será el reto de enfrentarse a una sociedad rural regida por viejas
tradiciones, por el autoritarismo y la arbitrariedad. Santos deberá luchar
también contra aquellos que pretenden apropiarse de sus tierras, como es el
caso de su vecina Doña Bárbara, una mujer sin escrúpulos, terrateniente
aventurera y enigmática, atractiva y maléfica, que extiende su poder por toda
la zona. https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/gallegos.htm.
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