Historias de un recién graduado I
Historias de un recién graduado I Luego de la graduación (1969), en una de las visitas a mi novia, el futuro suegro me solicitó que lo auxiliara en un proceso de embargo ejecutivo de sus bienes y mercancías en un negocio de su propiedad que exportaba granos al exterior, en especial caraotas negras, ubicado en uno de los locales del mercado de Quinta Crespo. El negocio se denominaba “El Piloncito de Oro”. Me presenté en el negocio con mi buen amigo y futuro compadre (padrino de bautismo de mi hijo mayor Eduardo) ES, abogado, socio de mi primo JME en el “insólito bufete” (capítulo de la “Tierra mítica de la infancia”) donde trabajé como asistente legal durante un año. En el Piloncito el abogado de la parte demandante, un cubano nacionalizado venezolano, conocido en el mundillo de los tribunales como un típico pícaro pica-pleitos, me lo hizo saber mi amigo E.S. El cubano-venezolano, que no había perdido el acento tan particular de su Isla, de unos 50 a 55 años, traje marrón,